REENCUENTROS
Publicado: Vie, 02 Abr 2010 20:08
Bostezaron sus párpados,
y sintió sentirse eclipse por la luz
en el punto neurálgico del dilema.
Y partió la flecha sonámbula deseosa de deseo,
partió del arco rescatando el rumor,
el llanto infinito del silencio.
Un desafío inconcluso arropado por las sombras,
una puerta entreabierta por la furia del delirio que sucinto se desangra,
mientras la sangre aguza el ojo con los ecos sonrientes de la muerte.
-Sólo la indiferencia cae del lado de lo absurdo mientras el otro lado se aleja-
omiten los sueños bajo disturbios,
bajo el ritmo discontinuo de la marcha.
-Todo tras la baba de su curso-
cantan las ventanas de los jueces.
Un río derrama sus conquistas hacia el mar,
el pez que lo remonta incide en los brazos que mecen la cuna
donde yace el caudal tras ser alumbrado por las rocas.
Una semilla se cae de la frente bañada en vidrio
y abona la tierra hasta echar raíces.
Una lágrima que lame el vidrio tras la infausta sensación de la lluvia
desplazándose de un punto hasta otro punto, imperfecto, anexo a la partida.
-Sin mostrar el mas mínimo interés-
callaron las voces
al desglosar la parálisis en movimientos repentinos.
Y sintió sentirse eclipse gracias a la luz,
al negarse a verter el calcio que segrega el minuto al ser diseccionado,
al no encajonar en las fauces de la angustia
la fertilidad que imprime la morfología vil del sustento.
Todo se reafirma, la palabra, y tras ella una sombra que se extiende,
los convenios entre las muestras de carne con dispar estructura,
el desnudo que cuelga de las perchas a través de los párpados,
la ilusión inerte, el vértigo que transita sobre los hilos que hilvana
el conductor de cobre que induce a la vida.
También se tuercen los hechos mas allá de lo efímero,
algo así como una pesadilla pegajosa,
un engranaje, un mecanismo
cediendo la piel al óxido que cae de la retina ajena y escaso,
escaso es el fruto que tras el destilador transmuta su estado.
Del sufrimiento con estoicismo
habrá de sostener el glamour antagónico de las vocales,
la inercia ardiente que prolonga la estadía,
el lastre que violó la libertad de los brazos
junto a los cimientos que violan los pezones de neón
de algún discurso inconexo.
Y sintió sentirse eclipse gracias a la luz que eclipsa de un suspiro
el final del trayecto cien metros por delante de los hechos.
Y en la quinta esquina del poema se amotina el polvo, él,
la última porción de una interminable tarta,
el último eslabón de una intermitente hilera en traspasar la línea usurpada
sobre las migas que abotargan el vientre de las hienas.
Y mucho mas allá de la vasta superficie,
un recipiente donde yace el vuelo al fondo de la estancia,
un andamio que muestra incrédulo las cartas
sosteniendo el hambre y sus cenizas bajo un cielo opaco
sin sentir vergüenza al declararse.
Un elemento en construcción,
una realidad carente de influjo,
un montón de bocas ajenas que lamen el cemento
Junto a la oquedad de las bandejas sin rostro…
y sintió sentirse eclipse por la luz
en el punto neurálgico del dilema.
Y partió la flecha sonámbula deseosa de deseo,
partió del arco rescatando el rumor,
el llanto infinito del silencio.
Un desafío inconcluso arropado por las sombras,
una puerta entreabierta por la furia del delirio que sucinto se desangra,
mientras la sangre aguza el ojo con los ecos sonrientes de la muerte.
-Sólo la indiferencia cae del lado de lo absurdo mientras el otro lado se aleja-
omiten los sueños bajo disturbios,
bajo el ritmo discontinuo de la marcha.
-Todo tras la baba de su curso-
cantan las ventanas de los jueces.
Un río derrama sus conquistas hacia el mar,
el pez que lo remonta incide en los brazos que mecen la cuna
donde yace el caudal tras ser alumbrado por las rocas.
Una semilla se cae de la frente bañada en vidrio
y abona la tierra hasta echar raíces.
Una lágrima que lame el vidrio tras la infausta sensación de la lluvia
desplazándose de un punto hasta otro punto, imperfecto, anexo a la partida.
-Sin mostrar el mas mínimo interés-
callaron las voces
al desglosar la parálisis en movimientos repentinos.
Y sintió sentirse eclipse gracias a la luz,
al negarse a verter el calcio que segrega el minuto al ser diseccionado,
al no encajonar en las fauces de la angustia
la fertilidad que imprime la morfología vil del sustento.
Todo se reafirma, la palabra, y tras ella una sombra que se extiende,
los convenios entre las muestras de carne con dispar estructura,
el desnudo que cuelga de las perchas a través de los párpados,
la ilusión inerte, el vértigo que transita sobre los hilos que hilvana
el conductor de cobre que induce a la vida.
También se tuercen los hechos mas allá de lo efímero,
algo así como una pesadilla pegajosa,
un engranaje, un mecanismo
cediendo la piel al óxido que cae de la retina ajena y escaso,
escaso es el fruto que tras el destilador transmuta su estado.
Del sufrimiento con estoicismo
habrá de sostener el glamour antagónico de las vocales,
la inercia ardiente que prolonga la estadía,
el lastre que violó la libertad de los brazos
junto a los cimientos que violan los pezones de neón
de algún discurso inconexo.
Y sintió sentirse eclipse gracias a la luz que eclipsa de un suspiro
el final del trayecto cien metros por delante de los hechos.
Y en la quinta esquina del poema se amotina el polvo, él,
la última porción de una interminable tarta,
el último eslabón de una intermitente hilera en traspasar la línea usurpada
sobre las migas que abotargan el vientre de las hienas.
Y mucho mas allá de la vasta superficie,
un recipiente donde yace el vuelo al fondo de la estancia,
un andamio que muestra incrédulo las cartas
sosteniendo el hambre y sus cenizas bajo un cielo opaco
sin sentir vergüenza al declararse.
Un elemento en construcción,
una realidad carente de influjo,
un montón de bocas ajenas que lamen el cemento
Junto a la oquedad de las bandejas sin rostro…