Vejez
Publicado: Dom, 28 Mar 2010 1:30
Anudaba un lazo de esparto,
mientras con los recuerdos
encarcelaba al ganado.
Con los ojos cansados,
los párpados derrotados,
exprimía un grito a su mente sosegada.
- ¡Ay!, que viejo y fatigado estoy,
y aún no se han dado cuenta las manos.-
Observaba los ramales del viejo chopo,
centenario, carcomido, compañero,
retratando, una tras una, estampas del ayer.
-¡Ay!, que oscura es la belleza,
que no aciertan a dibujármela los ojos.-
Cortó de raíz una rosa con pétalos de nácar,
en homenaje al ramillete de seda que engalanaba su madre.
-¡Ay!, que ya perdí el tacto y el perfume,
y no habitan ya en mi escaparate.-
Esparcía la paja, pastaba el rebaño,
el crepúsculo le transportaba a aquellas tardes caducas.
-¡Ay!, los sentidos ya no me responden,
no la veo, tampoco la oigo, los recuerdos son vagos,
apenas recuerdos, apenas recordados,
y mi madre ya no mora abrazada a mi lado.
-¡Ay!, que viejo y cansado estoy,
con este temblor, este dolor,
y aún no se han enterado mis manos.
mientras con los recuerdos
encarcelaba al ganado.
Con los ojos cansados,
los párpados derrotados,
exprimía un grito a su mente sosegada.
- ¡Ay!, que viejo y fatigado estoy,
y aún no se han dado cuenta las manos.-
Observaba los ramales del viejo chopo,
centenario, carcomido, compañero,
retratando, una tras una, estampas del ayer.
-¡Ay!, que oscura es la belleza,
que no aciertan a dibujármela los ojos.-
Cortó de raíz una rosa con pétalos de nácar,
en homenaje al ramillete de seda que engalanaba su madre.
-¡Ay!, que ya perdí el tacto y el perfume,
y no habitan ya en mi escaparate.-
Esparcía la paja, pastaba el rebaño,
el crepúsculo le transportaba a aquellas tardes caducas.
-¡Ay!, los sentidos ya no me responden,
no la veo, tampoco la oigo, los recuerdos son vagos,
apenas recuerdos, apenas recordados,
y mi madre ya no mora abrazada a mi lado.
-¡Ay!, que viejo y cansado estoy,
con este temblor, este dolor,
y aún no se han enterado mis manos.