¿Palabras huecas?
Publicado: Vie, 26 Mar 2010 1:14
¿PALABRAS HUECAS?
Hoy estoy consciente de mis naderías, de mis palabras y de tantas cosas que dice la poesía.
Hasta una crinolina de mujer es tema para cantarle a la novia de juventud. La sinuosidad de una cadera y los ojos grises de un gato, son odas y nocturnos literarios.
Me encantaría llenar un camión de veinte toneladas con mis poemas y llevarlos por los surcos para sembrarlos sin tocar la tierra. Tirarlos en los estadios deportivos como volantes, en papel picado de las ferias septembrinas.
En esa hipótesis a los árboles crecerían palabras, frases iluminadas del equipaje del tiempo y en lugar de naranjas o limones nos darían metáforas y luego -para divertirnos un poco- la filosofía de los aromas y el canto de la tarde.
En lugar de pasto y vertientes grises los cerros y las laderas iban a lucir acentos siempre verdes y asonancias sutiles. Del cielo lloverían disolutas frases y el mar tendría por peces a las rimas y las sirenas en lugar de cola con escamas llevarían abajo de la cintura lindas piernas.
Los caminos serían como cabellera de mujer, sedosos y brillantes, siempre majestuosos; los parques en vez de flores lucirían besos húmedos, y los valles tendrían en lugar de paja bellas consonancias y los matices de una sonrisa. Las cárceles estarían prohibidas ante la ausencia de delitos. La arena más fina, el agua de las mareas, las tempestades y hasta el cielo iban a parecer entonces redondillas y ovillejos de Sor Juana Inés de la Cruz, liras de Lope de Vega y sonetos de Julio Herrera y Reissig.
A los muertos en lugar de enterrarlos en los panteones los esconderíamos en los anaqueles de olor a naftalina junto a los libros, y los enfermos estarían siempre en las páginas de los nuevos cuentos infantiles y no en los hospitales.
Estoy consciente de mis frases y palabras huecas y de mis retorcidos pensamientos. Pero no los tiro al viento… para ser feliz.
Hoy estoy consciente de mis naderías, de mis palabras y de tantas cosas que dice la poesía.
Hasta una crinolina de mujer es tema para cantarle a la novia de juventud. La sinuosidad de una cadera y los ojos grises de un gato, son odas y nocturnos literarios.
Me encantaría llenar un camión de veinte toneladas con mis poemas y llevarlos por los surcos para sembrarlos sin tocar la tierra. Tirarlos en los estadios deportivos como volantes, en papel picado de las ferias septembrinas.
En esa hipótesis a los árboles crecerían palabras, frases iluminadas del equipaje del tiempo y en lugar de naranjas o limones nos darían metáforas y luego -para divertirnos un poco- la filosofía de los aromas y el canto de la tarde.
En lugar de pasto y vertientes grises los cerros y las laderas iban a lucir acentos siempre verdes y asonancias sutiles. Del cielo lloverían disolutas frases y el mar tendría por peces a las rimas y las sirenas en lugar de cola con escamas llevarían abajo de la cintura lindas piernas.
Los caminos serían como cabellera de mujer, sedosos y brillantes, siempre majestuosos; los parques en vez de flores lucirían besos húmedos, y los valles tendrían en lugar de paja bellas consonancias y los matices de una sonrisa. Las cárceles estarían prohibidas ante la ausencia de delitos. La arena más fina, el agua de las mareas, las tempestades y hasta el cielo iban a parecer entonces redondillas y ovillejos de Sor Juana Inés de la Cruz, liras de Lope de Vega y sonetos de Julio Herrera y Reissig.
A los muertos en lugar de enterrarlos en los panteones los esconderíamos en los anaqueles de olor a naftalina junto a los libros, y los enfermos estarían siempre en las páginas de los nuevos cuentos infantiles y no en los hospitales.
Estoy consciente de mis frases y palabras huecas y de mis retorcidos pensamientos. Pero no los tiro al viento… para ser feliz.