Pura poesía

[Alejandro Costa López]

Hacia tiempo que el reloj se había parado,
que la sombra de la aguja marcaba el mismo lugar
la bombilla arrugaba su luz,
y el entorno se avergonzaba de sí mismo.
Las velas, embadurnadas de seda,
marcaban la silueta de sus lágrimas petrificadas,
la distancia parecía menos lejana,
era la forma de reclamar el sustento y gritarle al ayer,
pero, lo cierto era el instante, la realidad, el hoy,
lo irremediable, dormía sobre capas de polvo y barniz quemado.
Hacia tiempo que la luz era su mayor enemigo,
la oscuridad, el chaqué que mejor le sentaba,
todo era lo que era, el cadáver de lo que había sido,
las cenizas de lo que quedaba por llegar,
pero estaba allí, impertérrita, plomiza,
marcando sombra en la sombra, surco en el polvo,
vida entre tinieblas, versos sin palabras.
Era la esencia que aún se mantenía viva.
Nada ni nadie fue capaz de tocarla,
era en sí misma, poesía, un verso en silencio,
el perfume de los años, el soplo de belleza necesario
para no perecer en la desidia.
Aún en su peor exposición, regó de savia al lugar.
En el fondo, parece perdido, ruinoso, anticuado,
estancado en el tiempo…
…más, verlo todo junto, es pura poesía.
Un papel, un tintero y una pluma empolvada crearon el resto.

[Lila Manrique]

Alejandro, encantada de ser la primera en leer tu poesía.
Maravillosamente, bien lograda