Precipicios del cielo
Publicado: Mié, 10 Mar 2010 20:28
Precipicios del cielo.
Brota el agua
y del llanto, la sed
que no sacia el desierto,
hambre de sombra en el vacío
movimiento del cadáver, arena
o arrecife.
Hundo las manos hasta llegar al mar,
infinito de cristales
en los paisajes de tu nombre:
precipicios de la voz.
Mirada del lenguaje que envejece,
y en mis manos, atesoro tus labios,
otros;
la vetestud el polvo gris.
Pesa la vertical,
plomo que no alcanza el cielo
mientras abro precipicios ;
se pierde la mirada,
y a tan sólo un salto,
a cuanto se aspira:
la Negación.
De mi fracaso se nutre la tierra,
desierto de la vida
en la estalactita de la edad; se derrite
bajo el universo la mirada,
precipicio negro de cristal;
T a R O Z O termina S
la caída.
Azul,
mar imposible en las manos abiertas:
desiertos de la memoria,
donde habitan los fantasmas que me nombran.
Viento:
el crujido seco de las hojas.
Sobre ellas se dibuja el tiempo
con los trazos de otra mirada, pinceladas
de eternidad.
En la voracidad se oculta el incendio.
A oscuras, el universo y el naufragio;
en la sed del extraño se describe la ausencia.
Voces de la soledad, queda lejos
la existencia,
cuando en silencio grita el precipicio y,
sobre el cadáver del incendio,
se viste la noche.
Viento:
pequeñas motas de polvo;
fantasmas de la memoria.
Brota el agua
y del llanto, la sed
que no sacia el desierto,
hambre de sombra en el vacío
movimiento del cadáver, arena
o arrecife.
Hundo las manos hasta llegar al mar,
infinito de cristales
en los paisajes de tu nombre:
precipicios de la voz.
Mirada del lenguaje que envejece,
y en mis manos, atesoro tus labios,
otros;
la vetestud el polvo gris.
Pesa la vertical,
plomo que no alcanza el cielo
mientras abro precipicios ;
se pierde la mirada,
y a tan sólo un salto,
a cuanto se aspira:
la Negación.
De mi fracaso se nutre la tierra,
desierto de la vida
en la estalactita de la edad; se derrite
bajo el universo la mirada,
precipicio negro de cristal;
T a R O Z O termina S
la caída.
Azul,
mar imposible en las manos abiertas:
desiertos de la memoria,
donde habitan los fantasmas que me nombran.
Viento:
el crujido seco de las hojas.
Sobre ellas se dibuja el tiempo
con los trazos de otra mirada, pinceladas
de eternidad.
En la voracidad se oculta el incendio.
A oscuras, el universo y el naufragio;
en la sed del extraño se describe la ausencia.
Voces de la soledad, queda lejos
la existencia,
cuando en silencio grita el precipicio y,
sobre el cadáver del incendio,
se viste la noche.
Viento:
pequeñas motas de polvo;
fantasmas de la memoria.