Tributo
Publicado: Lun, 22 Feb 2010 16:39
Demasiado tarde para abatirse con la rueca del pecho.
Él cose a tajadas la sobriedad incipiente,
desamanece mis manos
entierra entre sábanas quiméricas la fibra de mi paso.
Yo soy mujer,
nunca fui olvido,
ni patadas a la sombra,
ni siquiera me he dejado ser la promesa estándar
o la aguja en el fondo del alhajero.
Ninguna furia ha disimulado el trato.
Mientras tanto, en los escalones de abajo,
la partitura inconsolable del silencio funesto
se arrodilla hasta el hartazgo en una sinfonía inmutable.
No canto para que no se alimente el ágora de la conciencia.
Aún somos dos en la mesa,
ésa que no me mira
y yo, tan callada.
El tributo a la masilla de unos besos despeinados
ha devenido en masacre
taponando las costumbres secas.
La violencia inusitada del brote sumiso de la obviedad,
pernocta en los huesos
pero aún,
aún después de saberme en el cimiento de la lluvia
se ha quedado absorta, la discusión nocturna.
El adjetivo inerte de la cosa que se quedó atrás
crea a la tragedia moderna.
Yo, olvidada.
Él,
que espía mis manos desde la mazmorra insólita
se vapulea en un festín de filosofía,
y ha perecido en la utopía.
Arlequín despechado.
Ad bonis ad meliora.
Él cose a tajadas la sobriedad incipiente,
desamanece mis manos
entierra entre sábanas quiméricas la fibra de mi paso.
Yo soy mujer,
nunca fui olvido,
ni patadas a la sombra,
ni siquiera me he dejado ser la promesa estándar
o la aguja en el fondo del alhajero.
Ninguna furia ha disimulado el trato.
Mientras tanto, en los escalones de abajo,
la partitura inconsolable del silencio funesto
se arrodilla hasta el hartazgo en una sinfonía inmutable.
No canto para que no se alimente el ágora de la conciencia.
Aún somos dos en la mesa,
ésa que no me mira
y yo, tan callada.
El tributo a la masilla de unos besos despeinados
ha devenido en masacre
taponando las costumbres secas.
La violencia inusitada del brote sumiso de la obviedad,
pernocta en los huesos
pero aún,
aún después de saberme en el cimiento de la lluvia
se ha quedado absorta, la discusión nocturna.
El adjetivo inerte de la cosa que se quedó atrás
crea a la tragedia moderna.
Yo, olvidada.
Él,
que espía mis manos desde la mazmorra insólita
se vapulea en un festín de filosofía,
y ha perecido en la utopía.
Arlequín despechado.
Ad bonis ad meliora.