Fantasmas callejeros
Publicado: Jue, 28 Ene 2010 19:48
¿Quién los mira al pasar...?
¿Quién los recuerda...?
Fantasmas callejeros
Ignorado por todos, aferrado a la nada,
viendo pasar iluso la ilusión más ajena,
deshojando estaciones desabridas y eternas,
que vistieron sus cueros con amargas carencias.
Mostraba una sonrisa melancólica y triste
y la mirada esquiva de quien lleva la pena
a su vida prendida con alfiler de rabia,
con hilados de olvido, con agujas de escarcha.
Ocupaba su espacio de trabajo sintiendo
que la vida no cambia ni es piadoso el destino
con aquellos que al borde del camino quedaron
y hoy son sólo fantasmas de los hombres que fueran.
No albergaba esperanzas, ni ilusiones, ni sueños,
ni siquiera recuerdos que recordar quisiera,
no anhelaba consuelos que restañar pudiesen
cicatrices del alma supurantes y abiertas.
Jamás tuvo un mal gesto ni una palabra altiva,
aceptaba sumiso lo que el mundo le diera;
era su techo el cielo, la calle su refugio
y las sombras del parque su nocturna litera.
Una helada mañana vi su esquina vacía,
y presentí su mano tendida al infinito
mostrando una limosna de caridad eterna
y un apunte de gozo sobre su cara escrito.
Mario
¿Quién los recuerda...?
Fantasmas callejeros
Ignorado por todos, aferrado a la nada,
viendo pasar iluso la ilusión más ajena,
deshojando estaciones desabridas y eternas,
que vistieron sus cueros con amargas carencias.
Mostraba una sonrisa melancólica y triste
y la mirada esquiva de quien lleva la pena
a su vida prendida con alfiler de rabia,
con hilados de olvido, con agujas de escarcha.
Ocupaba su espacio de trabajo sintiendo
que la vida no cambia ni es piadoso el destino
con aquellos que al borde del camino quedaron
y hoy son sólo fantasmas de los hombres que fueran.
No albergaba esperanzas, ni ilusiones, ni sueños,
ni siquiera recuerdos que recordar quisiera,
no anhelaba consuelos que restañar pudiesen
cicatrices del alma supurantes y abiertas.
Jamás tuvo un mal gesto ni una palabra altiva,
aceptaba sumiso lo que el mundo le diera;
era su techo el cielo, la calle su refugio
y las sombras del parque su nocturna litera.
Una helada mañana vi su esquina vacía,
y presentí su mano tendida al infinito
mostrando una limosna de caridad eterna
y un apunte de gozo sobre su cara escrito.
Mario