Traidor
Publicado: Lun, 18 Ene 2010 14:42
Capítulo I
“La paradoja”
Siembra la ciudad, la noche nueva,
apenas han sucedido algunos meses,
yo sospecho la cercanía de tu paso
puesto que la luna se cae en el río.
Ahora, los amantes se recluyen,
la antigua Grecia se aferra de las paredes,
mientras mi pequeñez se transparenta
percibo tu mirada refugiada en mi hombro.
Modela el trastorno.
Nadie debería tocar tus manos,
ni peligrar mi cordura rozando tu boca
apenas un escalón debajo.
Nobody
-Say-
Los violines han callado.
La trama es la verdadera excusa de las almas,
rehúye mi garganta de la traición
para que no me queme los ojos.
Vuelve el cántaro a la fuente,
y el velo,
cae sobre las rodillas.
Capítulo II
“La realidad”
Seguramente caminás en semicírculos,
y en ningún momento te percatás de la utopía.
Hace algunas horas deambulo por el callejón,
buscando entre los papeles de la vereda
la excusa que pensás dibujarme más tarde.
Una grieta en la botella,
amenaza con pintarte el vestido.
Los títeres se abrazan para equilibrar,
y la senda de los perdedores atrasa tus altibajos.
(Era una vez
tu beso en mi espalda,
la claridad más certera del amor
y tus manitos blandas,
la ceremonia cálida del rezago del alma).
El debate se acrecienta,
algunos hombres saben que lo que se rompe
no es sencillo de olvidar.
La niebla ha llegado tarde,
los rombos azules se alisan
y el traidor,
se asemeja al papel tapiz de un cuadro.
Claro que lo pequeño dura poco,
¿Calidad?
Se sabe poco de algunas causas.
Silba en la pendiente para distraer a los muertos,
los minutos cortos se aletargan bajo la lluvia.
La ausencia es una bendición en reversa,
cae la lágrima bruna,
y sin saberlo,
acabas de perderme.
Capítulo III
“El olvido”
Ahora la melodía suaviza el entorno,
una elipse de recuerdos abofetea la crisálida,
mis mariposas no pueden perderse:
no deberías hacerlo.
Un día atrás,
para desmoronar el perdón,
y saber que la última vez,
el tren se despertó en la cornisa.
Ahora es más filosa la cascada,
rueda,
rueda en ella,
que la corriente deberá tragarte
para enjuagar tu impía ocasión.
Los flechazos esquivan a su majestad,
se pregunta débilmente por las heridas ajenas,
mira el atrio donde ostentaba mis sueños
y comprende que ha llegado la pereza al alma.
Capítulo IV
“Resignación”
Lleva en las alas, la manifiesta dicha,
la diferencia es el amor de a ratos.
El molde se ha caído estrepitosamente,
los huecos de la memoria
crean el vértigo más profundo.
Ahora se te ha hecho más tarde que de costumbre,
la solución es el perdón paulatino,
el orgullo atrapa las manos ciegas
para dejarte un pabellón atrás.
Mira el muro derribado,
de mañana, es sensato que nos duela,
es la llovizna de invierno
que congela las costumbres,
aporrea a la nostalgia
y camina de manos,
sobre el lecho escarchado.
Ahora las pupilas se aletargan,
más allá del recuerdo,
miraba tu alevosía punzante.
No debiste dejarme en la pendiente,
cuatro esquinas por un rato,
dolorosa manía de ruleta.
Supuse que nadie engañaba al destino.
-Nobody-.
“La paradoja”
Siembra la ciudad, la noche nueva,
apenas han sucedido algunos meses,
yo sospecho la cercanía de tu paso
puesto que la luna se cae en el río.
Ahora, los amantes se recluyen,
la antigua Grecia se aferra de las paredes,
mientras mi pequeñez se transparenta
percibo tu mirada refugiada en mi hombro.
Modela el trastorno.
Nadie debería tocar tus manos,
ni peligrar mi cordura rozando tu boca
apenas un escalón debajo.
Nobody
-Say-
Los violines han callado.
La trama es la verdadera excusa de las almas,
rehúye mi garganta de la traición
para que no me queme los ojos.
Vuelve el cántaro a la fuente,
y el velo,
cae sobre las rodillas.
Capítulo II
“La realidad”
Seguramente caminás en semicírculos,
y en ningún momento te percatás de la utopía.
Hace algunas horas deambulo por el callejón,
buscando entre los papeles de la vereda
la excusa que pensás dibujarme más tarde.
Una grieta en la botella,
amenaza con pintarte el vestido.
Los títeres se abrazan para equilibrar,
y la senda de los perdedores atrasa tus altibajos.
(Era una vez
tu beso en mi espalda,
la claridad más certera del amor
y tus manitos blandas,
la ceremonia cálida del rezago del alma).
El debate se acrecienta,
algunos hombres saben que lo que se rompe
no es sencillo de olvidar.
La niebla ha llegado tarde,
los rombos azules se alisan
y el traidor,
se asemeja al papel tapiz de un cuadro.
Claro que lo pequeño dura poco,
¿Calidad?
Se sabe poco de algunas causas.
Silba en la pendiente para distraer a los muertos,
los minutos cortos se aletargan bajo la lluvia.
La ausencia es una bendición en reversa,
cae la lágrima bruna,
y sin saberlo,
acabas de perderme.
Capítulo III
“El olvido”
Ahora la melodía suaviza el entorno,
una elipse de recuerdos abofetea la crisálida,
mis mariposas no pueden perderse:
no deberías hacerlo.
Un día atrás,
para desmoronar el perdón,
y saber que la última vez,
el tren se despertó en la cornisa.
Ahora es más filosa la cascada,
rueda,
rueda en ella,
que la corriente deberá tragarte
para enjuagar tu impía ocasión.
Los flechazos esquivan a su majestad,
se pregunta débilmente por las heridas ajenas,
mira el atrio donde ostentaba mis sueños
y comprende que ha llegado la pereza al alma.
Capítulo IV
“Resignación”
Lleva en las alas, la manifiesta dicha,
la diferencia es el amor de a ratos.
El molde se ha caído estrepitosamente,
los huecos de la memoria
crean el vértigo más profundo.
Ahora se te ha hecho más tarde que de costumbre,
la solución es el perdón paulatino,
el orgullo atrapa las manos ciegas
para dejarte un pabellón atrás.
Mira el muro derribado,
de mañana, es sensato que nos duela,
es la llovizna de invierno
que congela las costumbres,
aporrea a la nostalgia
y camina de manos,
sobre el lecho escarchado.
Ahora las pupilas se aletargan,
más allá del recuerdo,
miraba tu alevosía punzante.
No debiste dejarme en la pendiente,
cuatro esquinas por un rato,
dolorosa manía de ruleta.
Supuse que nadie engañaba al destino.
-Nobody-.