Editorial Alaire

Agapazada en la niebla
aquella mujer-daimon
bebía de crepúsculos el verso,
para encontrar un mundo diferente.

Caminaba con ecos
por montañas azules de la luna
y miraba sin miedo las auroras.

Buscaba las palabras
entre las piedras ávidas de sol.

Encontraba metáforas de hielo
bajo bandadas de aves migratorias.

Aquella mujer-daimon
bailaba con estrellas por las noches
y soñaba universos más amables.

Le gustaba escribir casi sin luz,
para captar el alma de las cosas.

Danzaba con libélulas de viento
en los atardeceres de los árboles.

La energía galáctica invisible
la animaba en las horas de espejismos.

Soñaba sin reloj
con los bosques sagrados de las sílabas.



Ana Muela Sopeña

sonrisa, qué bonito es

gober

qué mujer más rarita!

pero está claro que la fantasía y el poder de una dama todo lo puede

bravo por tus versos

.

Más ángel que demonio, esta mujer-daimon que nos trae estadios de existencia en la galaxia de un universo superior, escritos por la diosa que tú personificas, Ana.

Versos de altura, sin duda, dignos de tu pluma prodigiosa.

Un beso
Manuel

Gracias, Gober, por brindarme tus palabras.

Un abrazo
Ana

Ana en tu línea personal e intransferible, y sugerente claro está, este intresante poema que nos dejas que he disfrutado leyendo.

saludos

raf

Ana: Me gusto tu poema un ambiente mitico
felicidades

Alonso, ja, ja....sí es una mujer peculiar, pero en poesía podemos crear lo que nos apetezca...

Gracias por pasar.

Un beso
Ana

Ana Muela Sopeña escribió:Agapazada en la niebla
aquella mujer-daimon
bebía de crepúsculos el verso,
para encontrar un mundo diferente.

Caminaba con ecos
por montañas azules de la luna
y miraba sin miedo las auroras.

Buscaba las palabras
entre las piedras ávidas de sol.

Encontraba metáforas de hielo
bajo bandadas de aves migratorias.

Aquella mujer-daimon
bailaba con estrellas por las noches
y soñaba universos más amables.

Le gustaba escribir casi sin luz,
para captar el alma de las cosas.

Danzaba con libélulas de viento
en los atardeceres de los árboles.

La energía galáctica invisible
la animaba en las horas de espejismos.

Soñaba sin reloj
con los bosques sagrados de las sílabas.



Ana Muela Sopeña

Muy bello Ana, esa mujer que busca las liras por campos galácticos me ha dejado una grata sensación.
Un placer leerte.
Un abrazo.

El lirismo puesto al servicio de la imaginación, POETA. Me gustado y mucho, quiero que lo sepas.
Un gran abrazo, desde México.

José Manuel F. Febles

Manuel, es una alegría verte en mi espacio.

Un abrazo grande
Ana

Rafael, me encanta que el poema te haya gustado.

Un abrazo grande
Ana

Gracias, Javier, por brindarme tus palabras.

Un abrazo fuerte
Ana

Parece la descripción del alma de una poetisa (¿quizás la tuya?). Lo único que me desconcierta para esa suposición es la palabra daimon... pegaría más la de mujer-ángel en tu caso (jeje). Un poema de lenguaje claro y sencillo y de un fondo más que profundo: son estos los versos que me gustan. Bravo, amiga.

Un abrazo
J. manuel

Hola Ana.
Tu imaginación y tu buen hacer poético no tiene límites, amiga mía.
Hermoso poema, en tu línea de siempre. Un abrazo.
Mario.