De los Instantes Blancos
Publicado: Sab, 16 Ene 2010 18:16
El presente poema es un fragmento de un largo poema que aún tengo inconcluso. Quizás no sea un largo poema sino un conjunto de ellos, en todo caso, es probable que este escrito quede un poco aislado sin el resto de la obra. Pero en fin aquí está y quería compartirlo con ustedes, por eso lo publico así.
De los Instantes Blancos
Cuando el camino proponga un armisticio,
y un millón de cunas abandonen su naufragio,
no detengas la gloria de su ascenso, sube con ellas
y deja que el alba nueva te bese los pasos.
Cuando el misterio propague su revolución,
y se imponga su rubrica nocturna,
ya no temas a su canto, sé silencio
que contempla el esplendor de sus naves azules.
Cuando la Soledad constituya plazoletas en el vacío,
y sobre ellas vengan a jugar todos los niños que fuimos,
no juzgues la naturaleza de sus risas,
busca entre ellos el tuyo y besa sus mejillas muertas,
ya que durante su estadía se adormecen los leones.
¡Oh Luz! Armonía.
¡Oh instante blanco! Paz.
Ven a mí, ven Belleza Divina, sube, estalla de una vez.
Sacia la sed de ésta carne, espárcete por entre el óxido de las venas
y hazte Flor, y que ninguna mano ose interrumpir tu curso de fuego,
y que abdiquen sus corceles los legisladores de las sombras,
y que se limpien el destierro las campanas de sus pieles, y que canten,
y que griten con todo el fulgor de sus labios sangrantes:
¡Ahora qué importa -ser- cenizas en la nada!
¡Ahora sé que ésta eternidad me colmará un Instante!
Fermín Lasarte
De los Instantes Blancos
Cuando el camino proponga un armisticio,
y un millón de cunas abandonen su naufragio,
no detengas la gloria de su ascenso, sube con ellas
y deja que el alba nueva te bese los pasos.
Cuando el misterio propague su revolución,
y se imponga su rubrica nocturna,
ya no temas a su canto, sé silencio
que contempla el esplendor de sus naves azules.
Cuando la Soledad constituya plazoletas en el vacío,
y sobre ellas vengan a jugar todos los niños que fuimos,
no juzgues la naturaleza de sus risas,
busca entre ellos el tuyo y besa sus mejillas muertas,
ya que durante su estadía se adormecen los leones.
¡Oh Luz! Armonía.
¡Oh instante blanco! Paz.
Ven a mí, ven Belleza Divina, sube, estalla de una vez.
Sacia la sed de ésta carne, espárcete por entre el óxido de las venas
y hazte Flor, y que ninguna mano ose interrumpir tu curso de fuego,
y que abdiquen sus corceles los legisladores de las sombras,
y que se limpien el destierro las campanas de sus pieles, y que canten,
y que griten con todo el fulgor de sus labios sangrantes:
¡Ahora qué importa -ser- cenizas en la nada!
¡Ahora sé que ésta eternidad me colmará un Instante!
Fermín Lasarte