IGUAL QUE TODOS LOS AÑOS
Publicado: Dom, 27 Dic 2009 22:49
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IGUAL QUE TODOS LOS AÑOS
(sin importarme la rima, medida, asonancias y consonancias... Sólo he cuidado el ritmo interno y la estela del mensaje)
HIJO
¿Dónde están los demás, Madre?
MADRE
Está muy alta la nieve, Hijo,
y muy oscura la noche.
Has nacido en las afueras
adonde no vive nadie;
no tenemos aquí luz,
ni asfaltado,
tampoco guardia en las calles;
pero ten paciencia, mi Dios,
llegarán algo más tarde.
HIJO (Monólogo)
No encuentro nada en la gruta
para poder abrigarme.
Sólo dos animales
acercan su cuerpo al mío,
y aunque son un poco grandes
quisiera poder abrazarles,
tocar su duras cabezas
llenas de amor por mirarme.
HIJO
¿Y los demás?
¿No decías que venían?
¿Dónde están los niños, Madre?
Siempre los siento tan cerca...
MADRE
Viendo estarán los juguetes,
llenando de luces los árboles...,
escribiendo su carta a los Reyes...,
no sé; preguntaré a tu padre.
HIJO (Monólogo)
Unos pobres pastorcitos
que oyeron música de ángeles
desde muy lejanas tierras
donde cuidan su ganado,
abandonándolo todo,
alborozados llegaron.
Mis padres los recibieron
y cogieron sus regalos.
Aquí están junto a mí
sus madrigales cantando.
HIJO
¿Pero los demás?
He venido sólo por ellos.
¿Dónde están los demás, Madre?
MADRE
Tal vez, es lo que pienso,
estén sus regalos buscando.
o alocados por las tiendas
pescado y carne comprando,
sin faltar licores y dulces...
Dicen que no dan abasto.
El dinero en estos días
parece al aire tirado.
Por todas partes anuncian
cantando por todas partes
que son las fiestas más grandes.
Verás cómo no te olvidan.
HIJO (Monólogo)
Hasta hombres importantes
llamados también Reyes Magos
-creo que fueron tres-
lograron llegar hasta aquí
y sus presentes dejaron.
Por no saber el camino
una estrella yo les puse
para poder orientarles.
Juntos los tres, inclinados
con respeto me miraron.
Y en silencio
de repente se quedaron.
Abrieron un hermoso cofre
y la gruta perfumaron;
incienso y mirra traían
junto al oro, que dejaron;
decían que yo era un Rey
que merecía tal trato.
¡Qué bien lo pasé con ellos!
Al primero,
la barba blanca tocaba;
el segundo, más callado,
sólo sonreír sabía;
y aunque no podía yo hablar,
como era negro el tercero
le quise llamar “rey Guirlache”.
Parece que lo entendió,
pues en ese mismo instante
llegó despacio hasta mí,
y con sus ojos tan grandes
me miró muy complaciente.
Vi sus hermosas manos
cómo mecían mi cuna.
No olvidaré este detalle.
HIJO
Madre, qué dolor más fuerte tengo;
sigue sin venir nadie
de los que más esperaba.
Tiemblo de pena y de frío;
¿porqué tan solo he quedado?
MADRE
Perdónales, Hijo mío:
Viven muy ocupados
en las cosas de la tele...,
con sus familias cenando...;
Están dentro de sí mismos
cerrados a cal y canto.
Tú seguirás aquí
ateridito de frío
-¡qué angustia me da contarlo!-
con la sola compañía
de pastores y animales
y la de los tres Reyes Magos.
Y seguirán, como siempre,
los ángeles llamando en vano,
porque Tú, Jesús, Amor mío,
estrella de nuestro árbol,
seguirás estando solo
igual que todos los años.
Javier Oruña