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UN TONTO

Publicado: Sab, 19 Dic 2009 16:54
por Juan Vicedo
La casa de Dios era también su casa y su refugio. Nacido sin luces, como aquel niño tonto de Juan Ramón Jiménez, pasaba largas horas del día sentado en un banco de la iglesia mayor del pueblo, distraído con las ceremonias del culto, casi arrullado por los cánticos de los fieles. Su madre lo llevaba siempre limpio, aunque vestido muy modestamente. Su cabeza rapada indicaba su triste condición y sus ojos, a veces inquietos, mostraban un brillo sediento de paz, un deseo de ser como los otros, de aspirar como ellos los perfumes elementales de la existencia.

En el mes de agosto, cuando el calor del verano era insoportable, sufrió un desvanecimiento. Ingresado en el hospital, su estancia en la habitación se fue prolongando más allá de lo aconsejable. Y empezó a beber cuando las monjas y cuidadores descuidaban la vigilancia y tutela de los enfermos. Su carácter cambió: se hizo agresivo, golpeaba de noche los barrotes de la cama, mostraba impúdico su sexo en erección, escupía sobre la imagen del Cristo crucificado que colgaba en las paredes. Los demás enfermos, para paliar su aburrimiento, lo animaban a continuar con sus desmanes y a que enseñara sus potencias a cualquier visitante.

Fue recluido en una habitación de seguridad, de aislamiento, solo, sin que ninguna compañía le fuera permitida. En muy poco tiempo olvidó todas sus palabras, las oraciones escuchadas en la iglesia y al poco murió, a mediados de noviembre, desnudo sobre su cama, helada su carne por el frío.

No le darán tierra en sagrado. Su madre no ha autorizado la autopsia ni ha querido permitir que el cuerpo de su hijo quede para prácticas en la sala de anatomía. Descansarán sus restos en el cementerio civil, junto a los suicidas, que dispusieron con libertad de su vida, junto a los no creyentes, que eligieron religión y moral propias.

Y en ese lugar tapiado, cubierto de cardos y maleza, estará para siempre el pobre inocente que se acercó al misterio de Dios y se complacía con las parábolas evangélicas. Pero acaso su alma esté también en el cielo, como la de aquel niño tonto que vivía en la calle de San José y estaba siempre sentado en su sillita.

Publicado: Sab, 19 Dic 2009 20:32
por MarRevuelta
Me parece un relato incompleto, tal vez un boceto de una preciosa historia. En todo caso, y a pesar de lo escueto, transmites perfectamente la calidad de la narración. Triste pero hermoso. Un saludo.

Publicado: Mié, 23 Dic 2009 13:06
por Juan Vicedo
MarRevuelta: Gracias por tu lectura y mensaje. El relato es corto, desde luego, como parece pedir el Foro, pero he querido condensar mucho el sujeto de la narración, prescindiendo de otro elementos para no perderme en caminos secundarios. Gracias de nuevo. Un abrazo.