Un gato

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

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Raúl Ferreiro Figueroa
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Un gato

Mensaje sin leer por Raúl Ferreiro Figueroa »

Un gato




Eran aproximadamente las dos de la madrugada. Le despertaron unos sonidos que procedían de la parte de entrada a la casa, tal vez de la cocina. Se quedó unos instantes en silencio, pues quizá tales sonidos proviniesen, en realidad, del mundo de los sueños.

A punto de quedarse de nuevo dormido, Romá, volvíó a escucharlos; esta vez más nítidamente. Decidió levantarse y dirigirse hacia ellos. Ya en el hall, se detuvo en absoluto silencio. De nuevo los leves ruidos. No hubo duda, eran reales y limpios en su pureza sónica. Procedían del otro lado de la puerta de entrada. Eran rasguños o roces o suaves fricciones. Trató de vislumbrar el espacio exterior a través de la mirilla, mas el fondo era opaco. Armose de valor, echando, para garantizarse (relativamente) la seguridad de la casa, la cadenita de la puerta. Abrió.

No podía imaginar lo que observaban sus ojos. Un gato, grande y negro, que trataba de acceder al interior de la casa. Pero no lo permitió. Y empujando su cabezota, única parte del animal que se encontraba más allá, o más acá, de la linea divisoria de ambos espacios (el del felino y el suyo), cerró. Giró tras sus pasos vía dormitorio, para acostarse de nuevo. Quedose un rato pensando en lo acaecido, hasta que pudo conciliar el sueño.

...


A la mañana siguiente, temprano, salió de su casa. Al llegar al portal, se encontró con un vecino que trataba de echar, de malas maneras, a un gato negro que se hallaba en el zaguán.
Habló con Paris para indicarle otra estrategia. Se tranquilizaron: el vecino, el animal y él mismo.
En cuclillas, se situó junto a la puerta de entrada, dejando espacio suficiente para que el micho saliera, lo cual hizo: salir, con el pelo algo erizado, muy lentamente. Lo perdieron de vista.


A media mañana, a eso de las doce, sonó un teléfono en el lugar donde Romá se encontraba. Era su madre. La notó nerviosa, seria y compungida. Lo llamaba para darle una mala noticia: un primo hermano suyo había fallecido la madrugada pasada en un accidente automovilístico.

Quedó desconcertado, y tremulante.
-¡Madre!
-¡Dime, hijo!
-¿Te puedo hacer unas preguntas?
-¡Claro!
-¿Sabes si el primo falleció en el accidente?
-Sí... Afortunadamente no sufrió...
-¡Madre!
-¡Dime!
-¿Sabes a qué hora ocurrió?
-Sí... Alrededor de las dos de la madrugada...

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Raúl Ferreiro
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Alejandra Goerne
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Mensaje sin leer por Alejandra Goerne »

Moraleja... deja la puerta abierta para que entre el gato, pero sí eres muy miedosa, mejor la cierras,jejeje. Tienes una inmensa capacidad narrativa. No todo está en contar, sino saber contar bien. En méxico, se les dice a los exertos en el arte de narrar cuenteros y no como un término peyorativo, sino muy alcontrario, enaltecedor. Tú eres un cuentero y me gutan tus cuentos. Un saludo y abrazo bien grande. 8)
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