Alesha
Publicado: Mar, 08 Dic 2009 23:00
Dejé atrás los sentimientos viejos,
anidados en mi mente, al oír su voz
preguntado por los objetos
que en mi tienda se mostraban.
¡Alesha, alesha! le nombra su madre,
siempre detrás de ella.
Convencido que ese era su nombre,
lo memoricé después de que las dos salieron.
En la noche sin poder dormirme, mordía
su recuerdo, intentando que no se fugaran
de mi memoria sus ojos azules,
zafiros destellantes, lo mismo que su sonrisa.
Me recreaba con su imagen
en la oscuridad de mi cuarto.
La volví a ver al otro día,
entró a la tienda y detrás su madre.
Se iluminaron mis ojos,
ella se dirigió a los cosméticos
y le enseñó a su madre las uñas postizas,
de las que se había prendado
en su visita anterior.
Esta le decía dulcemente Alesha,
yo tímido me acerque preguntando:
si ese era su nombre
y las dos rieron. Aun recuerdo el momento
que inundo su risa de manantial. ¡No, no!
-me aclararon- te equivocas. Alesha
significa: te gusta, lo quieres.
Yo también reí y le regale las uñas.
Desde entonces la frecuente y la busque
me llenaba de alborozo distinguir
su particular forma de vestir,
su porte, sus atuendos largos,
escotados, a la usanza antigua.
Nos sentábamos en alguna banca,
de cualquier parque, me sostenía la mano
entre las suyas. Sentía mi angustia deslizarse
por entre mis dedos y perderla en sus mimos.
Rastreando mi palma, me musitaba quimeras,
sueños... Adivinando
Me sentía ligado a ella por siempre,
porque siempre había esperado
enamorarme, despertar de mi letargo,
de mi indiferencia; observando
por la tardes al sol morir
sin sentir más que tedio,
por otro día más en mi vida.
Me miraba en sus ojos y me perdía,
para volver a ser niño recién nacido,
ella me camelaba y entretejía mi pelo,
después acercaba su voz a mi oído,
cucuruqueándomelo y sentía yo el escalofrío,
que me producía la humedad de su lengua;
ya sin distinguir sus cuchicheos.
Sé que fue su primer beso y mi primer beso,
quiero decir: mi primer beso enamorado,
seducido por su aura, perdido por su belleza.
Tembloroso como un niño con miedo,
deslicé mi mejilla por la suya,
hasta alcanzar sus labios y me estremecí
con la humedad de su boca.
Después del beso, note el rocío
que hacían más claros sus ojos,
océanos de mirada sumisa y anhelante,
de la que salí siendo bueno como el pan,
como ella quería: "Pero si tú eres mas bueno
que el pan; me decia, siempre, su copla.
Nuestras lenguas anhelaban nuestras bocas.
Deje todo por ella, hoy me dedico a vender
autos, yendo de aquí para allá,
a donde quiera el destino,
con mi Rocío, con mi Alesha,
con mi gitana, de pueblo en pueblo
y ella en la noche, dentro de nuestra
tienda de campaña, me lee la mano,
haciéndome cosquillas, después con una sonrisa
de niña picara me pregunta ¿Alesha?
y apagamos la luz de la vela,
con un soplo... oyendo los violines del viento.