Editorial Alaire

cuando venga por mí la Muerte
nos daremos un instante de cortesía
para no reprocharnos nada

después, la agarraré por el cuello y lameré su rostro
frío, de arriba a abajo, y la recordaré con una sonrisa
que no es sino otra ramera de muchas
que utiliza esa distancia traidora de los abrazos
para enterrar sus mugrientas
uñas en mí

seguro que aún estaré vivo
para verme las tripas por fuera,
así que hundiré mi polla hasta dentro
de su pútrido coño insaciable,
intentando desgarrar sus entrañas
viejas como el origen de los astros

y allí me correré

quizás demasiado pronto

quizás mientras el Diablo, divertido,
atrape mi último aliento

para siempre

Así hay que tratar a la muerte, con vida hasta el final y sin muchas contemplaciones....

Un placer, Ernesto,

Carmen