DIMENSIÓN ÚLTIMA
Publicado: Mar, 17 Nov 2009 17:32
No hay vuelta. No hay retorno posible.
Hemos dejado al mar allí, en un olvido,
tan lejos, rompiéndose en sí mismo, alejando
en su voz el cántico de aves,
desvelando el misterio más hermoso
de la noche primera, cuando aún
el tiempo, la palabra que es luz,
eran nuestros y nos acompañaban.
En aquel momento, cuando aún
los cuerpos no sabían cómo o por dónde
la tarde se derrumba; entonces, cuando aún
las alas sobre el mar eran forma,
cinturas, manos que se entregaban
al rito siempre nuevo;
fue entonces cuando pudimos beber hasta saciarnos
de nombres o crepúsculos que eran nuestros,
que eran también nuestra única pertenencia.
Pero no sabíamos cuánta limitación,
cuánta espera quedaba sumergida,
como olvidada sin que el otro cuerpo
ocupase su espacio. La confusión o el miedo
se fijaron así en nosotros
y fueron separándose de cumbres, de laderas.
La arboleda, el pinar, ya habían visto la sangre
y el silencio, mas no quisieron
decir una palabra de mediación
y quedaron estáticos mirándonos.
La dimensión más plena, la carne
que era labio, frente, luz, aroma
no vencido, cedió por fin,
cayó por fin en una sombra negra.
Y se miraron, sombras,
detrás de aquellos labios que sabían.
Hemos dejado al mar allí, en un olvido,
tan lejos, rompiéndose en sí mismo, alejando
en su voz el cántico de aves,
desvelando el misterio más hermoso
de la noche primera, cuando aún
el tiempo, la palabra que es luz,
eran nuestros y nos acompañaban.
En aquel momento, cuando aún
los cuerpos no sabían cómo o por dónde
la tarde se derrumba; entonces, cuando aún
las alas sobre el mar eran forma,
cinturas, manos que se entregaban
al rito siempre nuevo;
fue entonces cuando pudimos beber hasta saciarnos
de nombres o crepúsculos que eran nuestros,
que eran también nuestra única pertenencia.
Pero no sabíamos cuánta limitación,
cuánta espera quedaba sumergida,
como olvidada sin que el otro cuerpo
ocupase su espacio. La confusión o el miedo
se fijaron así en nosotros
y fueron separándose de cumbres, de laderas.
La arboleda, el pinar, ya habían visto la sangre
y el silencio, mas no quisieron
decir una palabra de mediación
y quedaron estáticos mirándonos.
La dimensión más plena, la carne
que era labio, frente, luz, aroma
no vencido, cedió por fin,
cayó por fin en una sombra negra.
Y se miraron, sombras,
detrás de aquellos labios que sabían.