Disculpen las molestias
Publicado: Lun, 16 Nov 2009 11:46
Está llegando el crepúsculo, madre, y tengo miedo,
hay ya una jauría de silencios por mis venas,
el retorno de los suburbios me cose la boca
y un grito se vende en cada asesino que nace.
Las revoluciones tardías mueren por hipotermia
y hay un gesto gastado en las esquinas sin nombre,
la vida es una batalla cuerpo a cuerpo
que acaba con derrota demasiado pronto siempre.
Mi historia: quemar la amargura si es posible.
Desde que te fuiste, la esperanza empieza ya nunca
aunque contra viento y marea la gente se ame
-ni siquiera me hablan las estatuas de las duquesas
o los gorriones ancianos que esperan su rendido otoño- .
Qué lejos quedan los bailes de salón y los besos adúlteros,
los catedráticos en corrupciones hoy dictan sentencia
y yo pierdo, perdemos todos los bobos que esperamos
el último tren, gastado ya el cupo del tiempo.
Pactar o jugar, dejarse llevar, qué importa
si todo está escrito en el no derecho a la vida,
en el obsceno final que acecha cuando ya nadie
te espera ni te combate, y te asume.
Me han cancelado el billete de vuelta
así que voy a la nada sin remedio como quien va de boda
con mis mejores galas de ternura y mi chaqueta agnóstica.
Espero no defraudar a quien haya dibujado este mapa
de desolaciones y balbuceos tan legales y tan nuestros
-su libro de estilo es quien consigna las horas-.
Los ángeles chiquitos tienen las puertas abiertas
pero no vienen, qué van a venir si les asusta
el miedo escénico de éste mundo que se les fue de las manos
o que siempre ignoraron por falta de méritos,
el mundo que parecía más alto hace tanto,
cuando la magia de las madres nos endulzaba la tarde.
Fieles a la tradición rendimos hoy armas, perdida la guerra
en el minúsculo límite del tiempo, qué estafa.
Me temo que he hecho un papel desastroso,
queda muy lejos aquel niño que amaste,
y cautivo, sangrante y sin rumbo,
me han quemado mis naves y voy hacia ti sin remedio.
hay ya una jauría de silencios por mis venas,
el retorno de los suburbios me cose la boca
y un grito se vende en cada asesino que nace.
Las revoluciones tardías mueren por hipotermia
y hay un gesto gastado en las esquinas sin nombre,
la vida es una batalla cuerpo a cuerpo
que acaba con derrota demasiado pronto siempre.
Mi historia: quemar la amargura si es posible.
Desde que te fuiste, la esperanza empieza ya nunca
aunque contra viento y marea la gente se ame
-ni siquiera me hablan las estatuas de las duquesas
o los gorriones ancianos que esperan su rendido otoño- .
Qué lejos quedan los bailes de salón y los besos adúlteros,
los catedráticos en corrupciones hoy dictan sentencia
y yo pierdo, perdemos todos los bobos que esperamos
el último tren, gastado ya el cupo del tiempo.
Pactar o jugar, dejarse llevar, qué importa
si todo está escrito en el no derecho a la vida,
en el obsceno final que acecha cuando ya nadie
te espera ni te combate, y te asume.
Me han cancelado el billete de vuelta
así que voy a la nada sin remedio como quien va de boda
con mis mejores galas de ternura y mi chaqueta agnóstica.
Espero no defraudar a quien haya dibujado este mapa
de desolaciones y balbuceos tan legales y tan nuestros
-su libro de estilo es quien consigna las horas-.
Los ángeles chiquitos tienen las puertas abiertas
pero no vienen, qué van a venir si les asusta
el miedo escénico de éste mundo que se les fue de las manos
o que siempre ignoraron por falta de méritos,
el mundo que parecía más alto hace tanto,
cuando la magia de las madres nos endulzaba la tarde.
Fieles a la tradición rendimos hoy armas, perdida la guerra
en el minúsculo límite del tiempo, qué estafa.
Me temo que he hecho un papel desastroso,
queda muy lejos aquel niño que amaste,
y cautivo, sangrante y sin rumbo,
me han quemado mis naves y voy hacia ti sin remedio.