A ella le gustan las novelas románticas
Publicado: Mié, 11 Nov 2009 17:40
A ella le gustan las novelas románticas[RIGHT]Dedicado a T.P.V. y su idea[/RIGHT]
Y yo te vi llegar como Nastenka en una noche
más oscura que una luna nueva,
y perdí mi cabeza en tu costado,
mientras musitabas la historia de Marcela.
Cada suspiro de amor que emergía
como un halcón del cielo de tu boca,
rompía el hilo que evitaba mi extravío
en tu laberinto, Ariadna de fuego y vida.
Y con tu voz callada, de repente,
te fui a buscar, Beatriz, a los infiernos
o al paraíso, o al limbo, o a la estantería de una biblioteca.
¿No entendiste, tal vez, que me mataba
no el veneno que tomé de la botella
si no en tus ojos cristalinos, dormida Julieta?
Mas continuaste recitando poesía
a mí oído, sanguinaria Lotte.
Yo sé muy bien que soy un Fausto necio,
sin demonio de pactos y sandeces;
sin embargo, mi alma entregaría por unos años menos,
Margarita.
Y aún así siempre hay momentos
en los que, aunque muera la idea,
besaría tu rostro sudoroso, Dulcinea, para emprender
una aventura, más real y más viva.
Te atreverás a contarme otra historia, Sherezade:
Una, donde no es María la que muere de locura de amor y de epilepsia.
Y yo te vi llegar como Nastenka en una noche
más oscura que una luna nueva,
y perdí mi cabeza en tu costado,
mientras musitabas la historia de Marcela.
Cada suspiro de amor que emergía
como un halcón del cielo de tu boca,
rompía el hilo que evitaba mi extravío
en tu laberinto, Ariadna de fuego y vida.
Y con tu voz callada, de repente,
te fui a buscar, Beatriz, a los infiernos
o al paraíso, o al limbo, o a la estantería de una biblioteca.
¿No entendiste, tal vez, que me mataba
no el veneno que tomé de la botella
si no en tus ojos cristalinos, dormida Julieta?
Mas continuaste recitando poesía
a mí oído, sanguinaria Lotte.
Yo sé muy bien que soy un Fausto necio,
sin demonio de pactos y sandeces;
sin embargo, mi alma entregaría por unos años menos,
Margarita.
Y aún así siempre hay momentos
en los que, aunque muera la idea,
besaría tu rostro sudoroso, Dulcinea, para emprender
una aventura, más real y más viva.
Te atreverás a contarme otra historia, Sherezade:
Una, donde no es María la que muere de locura de amor y de epilepsia.
