Editorial Alaire

Ana Muela Sopeña escribió:Sensacional poema, Sara.

Un poemazo

Aplausos y Enhorabuena
Un abrazo
Ana

Óscar Distéfano escribió:El lenguaje, las metáforas, la plenitud de los imparisílabos, el ritmo acentual cadencioso, todo al servicio de un sólido argumento poético, de una poesía lúcida que, no obstante, mantiene un vuelo de altura, de sugerencias hondas, con las alas desplegadas al sereno derrame del sentimiento. Un poema que lo guardaré, para repetir, a cada tanto, la emoción que me produjo leerlo.

Un saludo de admiración.
Óscar

Pilar Morte escribió:Después de unos días de ausencia, vuelves al foro inundándonos de hermosura con tus versos. Maravilloso poema, lleno de esa sensibilidad que sabes imprimir a tus letras.
Un abrazo grande
Pilar

Sara Castelar Lorca escribió:

[RIGHT]a B, que hace del día una belleza nueva [/RIGHT]


Empiezo a acostumbrar los ojos a la ternura roja del martillo
que viene a alimentarse con mi pecho,
al grano que desciende en los respiraderos de la sal
y penetra en el frío como un pájaro dulce,
la sucesión del mundo sobre el mundo.

Eres el golpe que me acuna la fiebre y la ceniza,
el llanto que deforma las figuras que crecen en el vientre
de donde nacen niños
y agujas
y rosas de mercurio,
eres la multiplicación del mar,
la sangre de los peces
o la memoria azul donde se tiñe la libertad con tiempo.

Vuelve a caer tu lengua sobre los arrecifes
y es entonces
cuando tu raza entera me gime en el costado
y todas tus heridas me caben en la boca
y me nacen dos lenguas para lamer tus años.

Te hablo de la matriz de las campanas
donde el ruido invierte la gravedad del trueno
para volverlo espuma o colibrí desnudo,
del corazón caliente de la piedra que se inicia en los ojos
y resbala al ombligo con su pulso nocturno.
Tú me hablas del árbol que se come los huesos,
del hambre que no cesa de devorar las sílabas
o del ágil sonido del reloj
como un grito astillando la médula del tiempo.

Abrazo de tu alma su soledad carnívora
las luces de hospital que renglonean miedo
o la tristeza niña
o el perro de la infancia.

Te abrigo la extensión del luto
donde los muertos laten debajo de las uñas
y nada es más hermoso que su calor vencido,
el lugar donde arrojo la lengua al oleaje
para grabar en ti mi mar-móreo silencio.