NUEVO AMANECER
Publicado: Sab, 02 Feb 2008 7:13
Renueva los floridos campos de tu eterna belleza,
y perdona al caminante que hoy se queda en tu morada,
escondido de sus pecados
alejado de sus perseguidores
Haz que canten los ramales de tus ojos de trigo;
regalando de tu boca la confianza
que las hileras de marfil,
como teclas de un piano, evocan;
sonido de campanilla que recuerda las madrugadas frías,
llamando al canto de las aves desde sus nidos,
Levanta tu rostro de amapola
y deja que tu pelo como de centeno enjugue mi pecho,
suavemente,
tiernamente;
como las olas enjugan los litorales rocosos,
los asaltan y los tersan.
Perfecciona mi brazo derecho dibujando tu cintura,
tibia, bruñida,
curvada como lira de juglar,
como la ola que se levanta al golpe de la sirena.
Deja que tus pechos de miel reposen en mi costado,
extendiendo los altares que fueron fuente de la primera coronación;
tus pechos cálidos como tórtolas;
tus pechos erguidos
como centinelas que guardan un tesoro.
Apacienta el grimar de tus caderas, guerreras poderosas
que en noches voluptuosas
corrieron cual gacelas;
pero que ahora, ya en calma,
refrescan mis recuerdos,
como el rocío de la mañana refresca los campos bañados de la última luna.
Somete con tu pierna derecha mis extremidades extenuadas,
alimentando el sonido de mis venas filigrana;
piernas de estatuilla portentosa,
dorada,
codiciada,
en suaves pétalos de margarita aún sin desojar.
Y tu vientre...
explanada colmada de besos
y sudores perfumados;
que mi cintura reciba el álgido frescor de tu vientre,
cifrando así los ecos de espasmódicos recuerdos nocturnos.
Y tu sexo,
sitiado por un bosque de coníferas
y arbustos de efluvio;
estrecha tu sexo de bálsamo exaltado a mi cadera;
tu sexo que es como la flor de la canela
y los manglares oceánicos.
Estiba los dedos de tu mano sobre mi vientre;
tu mano,
que sabe reír bajo el influjo luminoso del áurea colorida;
tu mano,
que fabrica la alegría de mi piel de cervato,
y convierte los lirios, en torres de David.
Colecciona los segundos envuelta en tributo;
arropa mi desnudez escribiendo los poemas que leímos;
que tu cuerpo fascinante
descienda a mi nivel de mortal,
en un canto de ojos
por el nuevo amanecer florido.
y perdona al caminante que hoy se queda en tu morada,
escondido de sus pecados
alejado de sus perseguidores
Haz que canten los ramales de tus ojos de trigo;
regalando de tu boca la confianza
que las hileras de marfil,
como teclas de un piano, evocan;
sonido de campanilla que recuerda las madrugadas frías,
llamando al canto de las aves desde sus nidos,
Levanta tu rostro de amapola
y deja que tu pelo como de centeno enjugue mi pecho,
suavemente,
tiernamente;
como las olas enjugan los litorales rocosos,
los asaltan y los tersan.
Perfecciona mi brazo derecho dibujando tu cintura,
tibia, bruñida,
curvada como lira de juglar,
como la ola que se levanta al golpe de la sirena.
Deja que tus pechos de miel reposen en mi costado,
extendiendo los altares que fueron fuente de la primera coronación;
tus pechos cálidos como tórtolas;
tus pechos erguidos
como centinelas que guardan un tesoro.
Apacienta el grimar de tus caderas, guerreras poderosas
que en noches voluptuosas
corrieron cual gacelas;
pero que ahora, ya en calma,
refrescan mis recuerdos,
como el rocío de la mañana refresca los campos bañados de la última luna.
Somete con tu pierna derecha mis extremidades extenuadas,
alimentando el sonido de mis venas filigrana;
piernas de estatuilla portentosa,
dorada,
codiciada,
en suaves pétalos de margarita aún sin desojar.
Y tu vientre...
explanada colmada de besos
y sudores perfumados;
que mi cintura reciba el álgido frescor de tu vientre,
cifrando así los ecos de espasmódicos recuerdos nocturnos.
Y tu sexo,
sitiado por un bosque de coníferas
y arbustos de efluvio;
estrecha tu sexo de bálsamo exaltado a mi cadera;
tu sexo que es como la flor de la canela
y los manglares oceánicos.
Estiba los dedos de tu mano sobre mi vientre;
tu mano,
que sabe reír bajo el influjo luminoso del áurea colorida;
tu mano,
que fabrica la alegría de mi piel de cervato,
y convierte los lirios, en torres de David.
Colecciona los segundos envuelta en tributo;
arropa mi desnudez escribiendo los poemas que leímos;
que tu cuerpo fascinante
descienda a mi nivel de mortal,
en un canto de ojos
por el nuevo amanecer florido.