No le robé la lluvia al tiempo
Publicado: Jue, 15 Oct 2009 23:48
No le robé la lluvia al tiempo,
porque no existe tiempo en mi reloj caduco
ni agujas de arena que decapiten horas.
¡No!, yo no fui el que arruinó la tarde
y la hizo esclava de su propia tarde,
ni encendí una hoguera para calentar a los ausentes.
Ellos no fueron los culpables del silencio,
fue el propio silencio, el culpable de su ausencia,
Tampoco fui el ladrón de la cerradura y la libertad,
ni solté los cadáveres denigrantes
para confundirlos entre la masacre de despojos humanos,
tampoco fui yo.
Los cadáveres fueron víctimas en cuerpo,
los despojos, cadáveres sin alma.
No culpéis a quién no lo merece,
ni remováis el fango en que pisáis,
es cieno amasado con sangre envenenada,
más, no es veneno como tal,
es esencia de un viaje hacia ninguna parte,
es grito desgarrado por la ausencia.
Y qué más da,
yo…, yo no fui culpable de nada,
ni de las miradas,
ni las palabras, los rencores,
ni de aquellos vientos que transportaron la tormenta
y negaron la lluvia.
No fui culpable de la agonía de sus venas,
ni de la muerte de sus almas,
ni del desierto de sus parcas palabras.
Yo…, yo no robé la lluvia al tiempo,
el tiempo se marchó sin despedida,
y su herida, aún destila sangre envenenada.
Dos agujas en la sombra,
oxidan el horizonte.
porque no existe tiempo en mi reloj caduco
ni agujas de arena que decapiten horas.
¡No!, yo no fui el que arruinó la tarde
y la hizo esclava de su propia tarde,
ni encendí una hoguera para calentar a los ausentes.
Ellos no fueron los culpables del silencio,
fue el propio silencio, el culpable de su ausencia,
Tampoco fui el ladrón de la cerradura y la libertad,
ni solté los cadáveres denigrantes
para confundirlos entre la masacre de despojos humanos,
tampoco fui yo.
Los cadáveres fueron víctimas en cuerpo,
los despojos, cadáveres sin alma.
No culpéis a quién no lo merece,
ni remováis el fango en que pisáis,
es cieno amasado con sangre envenenada,
más, no es veneno como tal,
es esencia de un viaje hacia ninguna parte,
es grito desgarrado por la ausencia.
Y qué más da,
yo…, yo no fui culpable de nada,
ni de las miradas,
ni las palabras, los rencores,
ni de aquellos vientos que transportaron la tormenta
y negaron la lluvia.
No fui culpable de la agonía de sus venas,
ni de la muerte de sus almas,
ni del desierto de sus parcas palabras.
Yo…, yo no robé la lluvia al tiempo,
el tiempo se marchó sin despedida,
y su herida, aún destila sangre envenenada.
Dos agujas en la sombra,
oxidan el horizonte.