Editorial Alaire

Ramón Carballal escribió:Respira, hoy respira su luz de ballena.

Siento la virtud de los fogonazos, el tráfico
y su orgullosa cola de equino gris.

En las pupilas, el exilio es una paloma verde,
sentado a la sombra de tu perfil todo parece viento,
lámpara, quizá espejo que fluye.

Me recibes en la ola que cabalga.
Yo soy ese naufrago que odia las oficinas,
también la lágrima que murió ayer, sin pálpito ni eco.

Si, porque el camino se parece al oscuro crepitar de una pregunta
y hay espacios sin nombre y hay coronas de metal que rodean al labio,
a la curva de un dios barato
en la plaza sin estatuas.

Gran ciudad, epitafio que se inventa
y se recrea en la sed de los sueños,
los horizontes han prendido en los mapas,
para que tú recuerdes su historia
o su enigma.

Llega el verano y el pájaro de la soledad muerde en las venas,
pero soy feliz(la aurora es como una virgen
que humilla mis pies y roza el blanco, la pared invisible,
el retrato de un hombre,
tu carne).

He meditado en el seno de la luz,
para no morir, para que mi llaga sea como flor
y viva
y reviva,
tan azul como el silencio,
tan exacta como un féretro.

Iben Xavier Lorenzana escribió:.



Contigo, decir que "es de lo mejor que te he leído" se vuelve redundancia. Es un GRAN poema, amigo Ramón. BRAVO, POETA!

Abrazos - Iben



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Ramón Carballal escribió:Respira, hoy respira su luz de ballena.

Siento la virtud de los fogonazos, el tráfico
y su orgullosa cola de equino gris.

En las pupilas, el exilio es una paloma verde,
sentado a la sombra de tu perfil todo parece viento,
lámpara, quizá espejo que fluye.

Me recibes en la ola que cabalga.
Yo soy ese naufrago que odia las oficinas,
también la lágrima que murió ayer, sin pálpito ni eco.

Si, porque el camino se parece al oscuro crepitar de una pregunta
y hay espacios sin nombre y hay coronas de metal que rodean al labio,
a la curva de un dios barato
en la plaza sin estatuas.

Gran ciudad, epitafio que se inventa
y se recrea en la sed de los sueños,
los horizontes han prendido en los mapas,
para que tú recuerdes su historia
o su enigma.

Llega el verano y el pájaro de la soledad muerde en las venas,
pero soy feliz(la aurora es como una virgen
que humilla mis pies y roza el blanco, la pared invisible,
el retrato de un hombre,
tu carne).

He meditado en el seno de la luz,
para no morir, para que mi llaga sea como flor
y viva
y reviva,
tan azul como el silencio,
tan exacta como un féretro.

Ramón Carballal escribió:Respira, hoy respira su luz de ballena.

Siento la virtud de los fogonazos, el tráfico
y su orgullosa cola de equino gris.

En las pupilas, el exilio es una paloma verde,
sentado a la sombra de tu perfil todo parece viento,
lámpara, quizá espejo que fluye.

Me recibes en la ola que cabalga.
Yo soy ese naufrago que odia las oficinas,
también la lágrima que murió ayer, sin pálpito ni eco.

Si, porque el camino se parece al oscuro crepitar de una pregunta
y hay espacios sin nombre y hay coronas de metal que rodean al labio,
a la curva de un dios barato
en la plaza sin estatuas.

Gran ciudad, epitafio que se inventa
y se recrea en la sed de los sueños,
los horizontes han prendido en los mapas,
para que tú recuerdes su historia
o su enigma.

Llega el verano y el pájaro de la soledad muerde en las venas,
pero soy feliz(la aurora es como una virgen
que humilla mis pies y roza el blanco, la pared invisible,
el retrato de un hombre,
tu carne).

He meditado en el seno de la luz,
para no morir, para que mi llaga sea como flor
y viva
y reviva,
tan azul como el silencio,
tan exacta como un féretro.

Emilio Aparicio escribió:

Ramón Carballal escribió:Respira, hoy respira su luz de ballena.

Siento la virtud de los fogonazos, el tráfico
y su orgullosa cola de equino gris.

En las pupilas, el exilio es una paloma verde,
sentado a la sombra de tu perfil todo parece viento,
lámpara, quizá espejo que fluye.

Me recibes en la ola que cabalga.
Yo soy ese naufrago que odia las oficinas,
también la lágrima que murió ayer, sin pálpito ni eco.

Si, porque el camino se parece al oscuro crepitar de una pregunta
y hay espacios sin nombre y hay coronas de metal que rodean al labio,
a la curva de un dios barato
en la plaza sin estatuas.

Gran ciudad, epitafio que se inventa
y se recrea en la sed de los sueños,
los horizontes han prendido en los mapas,
para que tú recuerdes su historia
o su enigma.

Llega el verano y el pájaro de la soledad muerde en las venas,
pero soy feliz(la aurora es como una virgen
que humilla mis pies y roza el blanco, la pared invisible,
el retrato de un hombre,
tu carne).

He meditado en el seno de la luz,
para no morir, para que mi llaga sea como flor
y viva
y reviva,
tan azul como el silencio,
tan exacta como un féretro.

Ramón, esto que escribes es genial, es un fogonazo en la imaginación, un significado que porta y nos transmite su sentido más atávico y primario - el verdadero y único- y, tras esto, emprende la marcha en solitario y en reveldía con su significante (como debiera ser siempre en poesía). Siempre que te leo me viene a la cabeza los textos de Nabokov o Cortázar. Es curioso porque se trata de fundamentalmente de novelistas, aunque también hayan escrito poesía; quizás se deba a que gracias a estos dos escritores, hoy en día soy capaz de apreciar, en su justa medida, el valor de la imaginación y la asociación de ideas, metáforas, analogías, parlalelismos, etc; y no como técnicas literarias, sino como forma de entender la realidad. Tus poesías me recuerdan todo este mundo imaginario donde otra realidad es posible. Te aplaudo, Ramón, y te doy las gracias por hacerme pensar. Un abrazo

Marcos de la Mancebía escribió:Percibo una placentera soledad entre el tumulto. Un día festivo en Madrid. Le falta la mar a esa ballena.

Bueno, ya sabes, yo tus poemas los leo y disfruto.

Un abrazo.

Marcos

MarRevuelta escribió:

Ramón Carballal escribió:Respira, hoy respira su luz de ballena.

Siento la virtud de los fogonazos, el tráfico
y su orgullosa cola de equino gris.

En las pupilas, el exilio es una paloma verde,
sentado a la sombra de tu perfil todo parece viento,
lámpara, quizá espejo que fluye.

Me recibes en la ola que cabalga.
Yo soy ese naufrago que odia las oficinas,
también la lágrima que murió ayer, sin pálpito ni eco.

Si, porque el camino se parece al oscuro crepitar de una pregunta
y hay espacios sin nombre y hay coronas de metal que rodean al labio,
a la curva de un dios barato
en la plaza sin estatuas.

Gran ciudad, epitafio que se inventa
y se recrea en la sed de los sueños,
los horizontes han prendido en los mapas,
para que tú recuerdes su historia
o su enigma.

Llega el verano y el pájaro de la soledad muerde en las venas,
pero soy feliz(la aurora es como una virgen
que humilla mis pies y roza el blanco, la pared invisible,
el retrato de un hombre,
tu carne).

He meditado en el seno de la luz,
para no morir, para que mi llaga sea como flor
y viva
y reviva,
tan azul como el silencio,
tan exacta como un féretro.

Sólo en una cosa no estoy de acuerdo contigo: No creo que el sielencio sea azul, al menos, no todos los silencios. Por los demás, continuo leyendo porque en cada lectura descubro y aprendo. Gracias, maestro.

Mario Martínez escribió:Hola Ramón.
Yo, como Marcos, leo tus poemas, los disfruto y me dejo llevar por esa imaginación, esas imágenes, ese rítmo...aunque a veces no llegue a alcanzar su completo sentido. Ya sabes, soy un clasico incorregible. Pero éste casi que lo entendí, cuando hablas de una ciudad desierta.
Un placer, amigo mío.
Mario.

Javier Cañas Belmar escribió:

Ramón Carballal escribió:Respira, hoy respira su luz de ballena.

Siento la virtud de los fogonazos, el tráfico
y su orgullosa cola de equino gris.

En las pupilas, el exilio es una paloma verde,
sentado a la sombra de tu perfil todo parece viento,
lámpara, quizá espejo que fluye.

Me recibes en la ola que cabalga.
Yo soy ese naufrago que odia las oficinas,
también la lágrima que murió ayer, sin pálpito ni eco.

Si, porque el camino se parece al oscuro crepitar de una pregunta
y hay espacios sin nombre y hay coronas de metal que rodean al labio,
a la curva de un dios barato
en la plaza sin estatuas.

Gran ciudad, epitafio que se inventa
y se recrea en la sed de los sueños,
los horizontes han prendido en los mapas,
para que tú recuerdes su historia
o su enigma.

Llega el verano y el pájaro de la soledad muerde en las venas,
pero soy feliz(la aurora es como una virgen
que humilla mis pies y roza el blanco, la pared invisible,
el retrato de un hombre,
tu carne).

He meditado en el seno de la luz,
para no morir, para que mi llaga sea como flor
y viva
y reviva,
tan azul como el silencio,
tan exacta como un féretro.

Ramón, este poema es de los mejores que te he leído últimamente...no sabría expresar con palabras el porqué:; me llegó hondo y, creo, eso lo dice todo. Una delicia, pura poesía. Un cálido abrazo.

javi