¡Oh, Dios!
Publicado: Lun, 05 Oct 2009 23:11
¡Oh, Dios!
¿cuántos mercaderes hacen falta para entender tu fatiga?
En siglos, lloraste desde los cielos más alejados,
naufragaste en los verdes mares y apaciguaste océanos enrabietados,
lavaste moradas de ladrones y quemaste hierbas de sangre,
perseguiste a los indefensos labriegos para ser azotados como rebaño,
abriste tus manos heridas y quedó crucificada el alma,
y de llanto, se forjaron la redes que pescarían paz y vida.
Pero te equivocaste,
no calculaste el tiempo de la agonía,
las miradas en cruces y las gargantas sangrantes,
la avaricia y el poder, la enfermedad pretenciosa y la muerte sin juez.
Te equivocaste de cielo, de mar, de tierra y de animal racional,
dejaste que se llenara el limbo de sangre cuajada,
de bocas secas y llenas de sed,
no permitiste que lucharán los ingrávidos, los nobles,
ni dejaste gritar a aquellos justos su verdad.
Y hoy, no hay océanos inmensos, ni cielos descampados,
no hay palomas, ni aire, lluvia, o una simple flor creciendo en el fango.
Calculaste mal el tiempo, o no supiste proteger tu legado.
¡Oh, Dios!
las garras de tu ira,
desgarran de mi voz, la palabra.
¿cuántos mercaderes hacen falta para entender tu fatiga?
En siglos, lloraste desde los cielos más alejados,
naufragaste en los verdes mares y apaciguaste océanos enrabietados,
lavaste moradas de ladrones y quemaste hierbas de sangre,
perseguiste a los indefensos labriegos para ser azotados como rebaño,
abriste tus manos heridas y quedó crucificada el alma,
y de llanto, se forjaron la redes que pescarían paz y vida.
Pero te equivocaste,
no calculaste el tiempo de la agonía,
las miradas en cruces y las gargantas sangrantes,
la avaricia y el poder, la enfermedad pretenciosa y la muerte sin juez.
Te equivocaste de cielo, de mar, de tierra y de animal racional,
dejaste que se llenara el limbo de sangre cuajada,
de bocas secas y llenas de sed,
no permitiste que lucharán los ingrávidos, los nobles,
ni dejaste gritar a aquellos justos su verdad.
Y hoy, no hay océanos inmensos, ni cielos descampados,
no hay palomas, ni aire, lluvia, o una simple flor creciendo en el fango.
Calculaste mal el tiempo, o no supiste proteger tu legado.
¡Oh, Dios!
las garras de tu ira,
desgarran de mi voz, la palabra.