Editorial Alaire

Si quieres me arrodillo,
me como tu verdad entre los dientes
y me encierro en la casa a esperar que no llueva.
En la casa, que está llena de asombros,

de libros apagados,
de fotos que se extienden por las colchas.

Y me quedo tan sucia como el hambre,
olvidando los dedos que son trenzas;

olvidando que llegan los gusanos
y ese olor que me asusta
porque no es el olor que soñaban mis sueños;

porque no es el olor;

porque no huele a sangre cuando eres sólo un muelle
o una espalda que mide las miradas.

Airea la casa, elemina los malos olores, aunque llueva. El olor de la lluvia lo impregna todo.

Un beso.

Marcos

No te arrodillarás ni ante tí misma, porque no eres de esas. Tu casa es asombro aunque te duela, aunque te apriete.
Maravilloso, Carmen, y qué más puedo decir.

Un beso grande.

Mucha fuerza en esas metaforas un gusto.

A mi el olor a lluvia me encanta, aunque reconozco que al ser tu toda fuego y desierto, igual no lo llevarías muy bien. Sigues emocionando con esas imágenes increibles. Besos.

Un poema duro que deja un aire de resignación y de reproche. Lo has hilvanado muy bien. Los versos tienen la cadencia justa y perfecta para impresionar al lector. me ha gustado mucho, Carmen.
Un abrazo.
J. Manuel

A veces esperamos un olor y nos seducen con otro. Comprendo tu poema y lo aplaudo.
Un abrazo grande hasta Madrid
Pilar

Tus últimos poemas se notan muy trabajados, buscando el ritmo y la estructura formal. Son magníficos estos versos que transmiten tristeza y soledad. Como siempre un placer y una enseñanza leerte. Besos.

Cada día más maestra. Enhorabuena, niña, por tanta belleza.

Un abrazo

"porque no huele a sangre cuando eres sólo un muelle
o una espalda que mide las miradas".

Carmen, me encantó este cierre; hondo sentir plasmado en estos magníficos versos que llega al lector. Bellas imágenes que envuelven el desgarro plasmado en tus letras. Un cálido abrazo.

javi

Carmen, me ha gustado mucho este poema y tu estilo.
Saludos cordiales

Marcos de la Mancebía escribió:Airea la casa, elemina los malos olores, aunque llueva. El olor de la lluvia lo impregna todo.

Un beso.

Marcos

Marcos, no sé si son mejores tus poemas o tus comentarios... buen consejo, jeje...

Un gusto encontrarte.

Besote,

Carmen

carmen iglesia escribió:Si quieres me arrodillo,
me como tu verdad entre los dientes
y me encierro en la casa a esperar que no llueva.
En la casa, que está llena de asombros,

de libros apagados,
de fotos que se extienden por las colchas.

Y me quedo tan sucia como el hambre,
olvidando los dedos que son trenzas;

olvidando que llegan los gusanos
y ese olor que me asusta
porque no es el olor que soñaban mis sueños;

porque no es el olor;

porque no huele a sangre cuando eres sólo un muelle
o una espalda que mide las miradas.

Si algún día te decides a contener estos poemas en un libro, aunque este libro no sea publicado por una editorial de las supuestamente líderes a nivel nacional, sino por una más modesta, de esas que sí tienen en cuenta la voz de los poetas noveles, que no menores, será todo un éxito comercial. Basta que uno lo compre para que se corra la voz y todos lean poesía, por fin. No me cabe la menor duda Carmen, eres un valor seguro, aún en estos días tan precarios para la lírica. Mi abrazo y mi admiración

Ignacio Fajardo escribió:No te arrodillarás ni ante tí misma, porque no eres de esas. Tu casa es asombro aunque te duela, aunque te apriete.
Maravilloso, Carmen, y qué más puedo decir.

Un beso grande.

Gracias, Ignacio. Te mando un beso grande a ti también,

Carmen

Si quieres me arrodillo,
me como tu verdad entre los dientes
y me encierro en la casa a esperar que no llueva.
En la casa, que está llena de asombros,

de libros apagados,
de fotos que se extienden por las colchas.

Y me quedo tan sucia como el hambre,
olvidando los dedos que son trenzas;

olvidando que llegan los gusanos
y ese olor que me asusta
porque no es el olor que soñaban mis sueños;

porque no es el olor;

porque no huele a sangre cuando eres sólo un muelle
o una espalda que mide las miradas.

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Un hermoso poema, querida amiga Carmen, lleno de emotividad en una explosión de asombros que más parecen afectos sin medida. Realmente, es difícil precisar en la memoria del error, cuando la duda o el azar gimen en el seno de la causalidad, la conciencia de las cosas que mueven el instinto.
Y qué voluble el recuerdo feliz que olvida lo inestable de la vida que se escribe.

Ay, sólo el tiempo ahíto de melancolías angostará la fragancia de la lluvia, arrojando sus aromas al olvido. Porque nadie encuentra en su casa los restos del muelle o la espalda que derrumba. Por eso, quizá es mejor recoger entre las colchas las trenzas de unos dedos que llaman cenicienta al olor de un arrebato. Al final, si no se corta el trenzado, me temo que es lo único que dura.

En fin, ha sido un placer leerte. Felicidades por el poema, un poco visceral según creo, si bien, los poetas, ya se sabe, se ocupan de olvidar por escribir aquello que no viven, aunque sea de rodillas.

Un fuerte abrazo.