Lógica Pretzel
Publicado: Jue, 01 Oct 2009 18:46
Lógica Pretzel
Tiempo antes que recuperara la vista, Pretzel, me decía: el rojo escaliente –acercándome mi mano a su nuca. El blanco es tibieza y guiabamis dedos al platón de leche. Y yo me quedaba largos instantes pensandosi el vientre de un gato muerto sería tan negro, como mi ceguera. O sipor el contrario, los gatos, a placer, convertían su pelaje al colordeseado.
Cierto día, escuchaba a los vecinos discutir sobre el divorcio deuno de sus hijos; intrigada por esa conversación, sin reparar en quePretzel aún somnoliento, despertaba de mal humor, le pregunté: dime:¿la verdad, existe?
La respiración de Pretzel se detuvo por un instante. Carraspeóagitado un momento, y finalmente, agitando un asta peluda sobre sulomo, apuró a decir: la verdad es una mentira. Dicho esto, se enrolloen sí mismo y volvió a cerrar los ojos.
Años después, una cirugía laser me había devuelto la vista. Pretzel,encogido bajo del sofá, aguardaba mi llegada. Me parecía que suronroneo como un motor gastado, cesaba al girarse el picaporte delcondominio. Una vez que se marchó el último visitante y volví a quedarsola. Volteé hacia mi inmóvil Pretzel, lo cogí, abrazándolo con una alegría roja, roja como mi niñez sin límites. El gato, sin embargo, nome respondió nunca más. Sobre el sofá, una brillante estola de angoraadornaba la sala.
Tiempo antes que recuperara la vista, Pretzel, me decía: el rojo escaliente –acercándome mi mano a su nuca. El blanco es tibieza y guiabamis dedos al platón de leche. Y yo me quedaba largos instantes pensandosi el vientre de un gato muerto sería tan negro, como mi ceguera. O sipor el contrario, los gatos, a placer, convertían su pelaje al colordeseado.
Cierto día, escuchaba a los vecinos discutir sobre el divorcio deuno de sus hijos; intrigada por esa conversación, sin reparar en quePretzel aún somnoliento, despertaba de mal humor, le pregunté: dime:¿la verdad, existe?
La respiración de Pretzel se detuvo por un instante. Carraspeóagitado un momento, y finalmente, agitando un asta peluda sobre sulomo, apuró a decir: la verdad es una mentira. Dicho esto, se enrolloen sí mismo y volvió a cerrar los ojos.
Años después, una cirugía laser me había devuelto la vista. Pretzel,encogido bajo del sofá, aguardaba mi llegada. Me parecía que suronroneo como un motor gastado, cesaba al girarse el picaporte delcondominio. Una vez que se marchó el último visitante y volví a quedarsola. Volteé hacia mi inmóvil Pretzel, lo cogí, abrazándolo con una alegría roja, roja como mi niñez sin límites. El gato, sin embargo, nome respondió nunca más. Sobre el sofá, una brillante estola de angoraadornaba la sala.