Yo..., tan solo
Publicado: Dom, 23 Ago 2009 20:33
Desde que hace ya algún tiempo
que las banderas no se izan al toque de corneta
y los labios navegan nauseabundos
cortados por el glaciar aire de las verdades.
Cuando tú ya no eres nadie,
y yo, acaso un vagabundo sin documentación,
decido dejar de hacer guardia
para salvaguardar los secretos
dinamitados a voces,
y espero, sentado sobre una roca,
con las rodillas en plan de mesa
y los codos como jarrón de la flor del pensamiento,
que la fría mar despeje mis sentidos
y el horizonte
me desvele el principio y final de la existencia.
Todo es un mecanismo perfecto y exiliado,
un golpe tras otro de mar,
una ola muriendo despacito junto a la orilla,
la espuma de la cresta dolorida
al choque inevitable con su destino,
una brisa merodeando a su aire
y los cabellos alborotados cual galope.
El horizonte mira a los ojos,
mientras las pupilas se alimentan de él,
el tiempo, marca el ritmo, pausado, elegante,
y siento que soy capaz de no sentir nada,
de no palidecer ante la realidad,
de ser feliz al ignorar el epílogo
que me espera y me señala.
Decido que es mejor no entender,
no evaluar lo que tengo,
no ansiar lo que no poseo,
no engañar al cielo con promesas
ni soñar despierto con lo imposible.
Es todo muy sencillo,
tanto, que he necesitado esbozar
tan solo una tímida sonrisa,
dejado derrapar una lágrima de felicidad,
respirado aire limpio, fresco y saludable,
para sentir que soy yo,
sin nombre, currículo y biografía interesante,
pero yo, tan insignificante y tan intenso.
tan diminuto, tan único…
Creo que escucho el eco de un toque de corneta…
que las banderas no se izan al toque de corneta
y los labios navegan nauseabundos
cortados por el glaciar aire de las verdades.
Cuando tú ya no eres nadie,
y yo, acaso un vagabundo sin documentación,
decido dejar de hacer guardia
para salvaguardar los secretos
dinamitados a voces,
y espero, sentado sobre una roca,
con las rodillas en plan de mesa
y los codos como jarrón de la flor del pensamiento,
que la fría mar despeje mis sentidos
y el horizonte
me desvele el principio y final de la existencia.
Todo es un mecanismo perfecto y exiliado,
un golpe tras otro de mar,
una ola muriendo despacito junto a la orilla,
la espuma de la cresta dolorida
al choque inevitable con su destino,
una brisa merodeando a su aire
y los cabellos alborotados cual galope.
El horizonte mira a los ojos,
mientras las pupilas se alimentan de él,
el tiempo, marca el ritmo, pausado, elegante,
y siento que soy capaz de no sentir nada,
de no palidecer ante la realidad,
de ser feliz al ignorar el epílogo
que me espera y me señala.
Decido que es mejor no entender,
no evaluar lo que tengo,
no ansiar lo que no poseo,
no engañar al cielo con promesas
ni soñar despierto con lo imposible.
Es todo muy sencillo,
tanto, que he necesitado esbozar
tan solo una tímida sonrisa,
dejado derrapar una lágrima de felicidad,
respirado aire limpio, fresco y saludable,
para sentir que soy yo,
sin nombre, currículo y biografía interesante,
pero yo, tan insignificante y tan intenso.
tan diminuto, tan único…
Creo que escucho el eco de un toque de corneta…