Las arañas de Luis Oroz y en la sombra, las mias
Publicado: Sab, 22 Ago 2009 18:30
Las arañas del flexo
Desde el flexo inundado de minutos callados
se descuelgan arañas de tristeza inconsciente,
hoy la luz de estos ojos que mantengo cerrados
iluminan por dentro mi añoranza creciente.
No hay palabras calladas en mis labios repletos,
no hay pedazos de sueño que amortigüen la vida,
sólo abarcan mis dedos, expectantes y quietos
las llanuras que el alma desandó en cada herida.
Y la noche es más noche cada vez que se duerme
mi reflejo en nostalgias,¡solitario clamor!,
cuando el mundo no mira soy capaz de esconderme
en la esquina mordida de mis cartas de amor.
Ya lo ves... soy tan débil que prefiero una sombra
a una luz que ilumine lo que estoy escribiendo,
y es que a veces; lo siento, mi ignorancia me asombra,
y no puedo explicar lo que tanto comprendo.
Desde el flexo, suicidas, las arañas se encienden,
y me abarcan distancias más allá de la piel,
me recorren las venas y los párpados prenden
cuatro pétalos tristes en mi flor de papel.
Se levanta la cárcel de pesadas pestañas,
y los hilos que el tiempo se empeñó en descoser
van formando el misterio de las mil telarañas,
enredando en el pecho lo que no pudo ser.
Quedan cuatro palabras suplicando un alarde,
quedan, dulces o amargas, tres arañas, más mias,
dos pupilas inmensas y una luz tan cobarde
que se apaga al contacto de mis manos vacías.
Luis Oroz.
DORMIR DESPIERTO (A las arañas de Luís Oroz)
Recostado en el lecho de mi sueño cansado,
dormitando despierto, muy sereno al dormir,
voy contando las arañas que el flexo inundado
descuelga entre silencios, veintiocho versos de Luís.
Quiero deshojar el papel del poema que inventa
mil noches sin horas, y un delicado vivir,
aclarar las gotas de lluvia, envuelta en tormenta,
y el clamor que genera su elegante escribir.
Vigilan mis ojos despiertos, recuerdos que ayer
abrazaban bellos versos de poetas del mundo,
y trato de unir pétalos de una flor de papel,
cortándole a los párpados sus hilos y nudos.
Queda la torpe noche suplicando misterios,
la luna, que el agua aclara en oscuros nocturnos,
yo, que envejezco mis noches aguantando el sueño,
le pido a las arañas que permuten su rumbo.
Y creo dormir agotando períodos de sueño,
alimentado del versar del compañero Oroz,
desde aquel cercano día que escuchando sus versos,
anidó mi corazón encarcelado a su voz.
Cuatro palabras quedan, tres arañas sin sombra,
luces, lunas, estrellas, y un lucero tal vez,
alguien que me acompaña y sigiloso me nombra
entre las sábanas donde dormita mi piel.
Y he aquí que la noche me despierta nervioso
creyendo encontrarme entre arañas que vienen y van
y descubro en mi lecho demasiado capcioso
que el culpable del insomnio fue Spiderman.
Así que no culpo a las arañas de tu flexo,
del golpe severo que mi delicado dormir
encaja en las noches recostado en el lecho
confundido con los versos de tu afable sentir.
Un día oí el maravilloso y gratificante poema de Luis Oroz de su propia voz y rodeado de amigos. Fue tal la impresión que mi cuerpo excitó que sentí la obligación de hacerle un humilde y sencillo homenaje. Hoy, no me pregunten..., me ví envuelto en la necesidad de recobrar tan genial poema. Lo acompaño de mis humildes letras.
Gracias genial poeta, gracias, donde quiera que te encuentres.
Desde el flexo inundado de minutos callados
se descuelgan arañas de tristeza inconsciente,
hoy la luz de estos ojos que mantengo cerrados
iluminan por dentro mi añoranza creciente.
No hay palabras calladas en mis labios repletos,
no hay pedazos de sueño que amortigüen la vida,
sólo abarcan mis dedos, expectantes y quietos
las llanuras que el alma desandó en cada herida.
Y la noche es más noche cada vez que se duerme
mi reflejo en nostalgias,¡solitario clamor!,
cuando el mundo no mira soy capaz de esconderme
en la esquina mordida de mis cartas de amor.
Ya lo ves... soy tan débil que prefiero una sombra
a una luz que ilumine lo que estoy escribiendo,
y es que a veces; lo siento, mi ignorancia me asombra,
y no puedo explicar lo que tanto comprendo.
Desde el flexo, suicidas, las arañas se encienden,
y me abarcan distancias más allá de la piel,
me recorren las venas y los párpados prenden
cuatro pétalos tristes en mi flor de papel.
Se levanta la cárcel de pesadas pestañas,
y los hilos que el tiempo se empeñó en descoser
van formando el misterio de las mil telarañas,
enredando en el pecho lo que no pudo ser.
Quedan cuatro palabras suplicando un alarde,
quedan, dulces o amargas, tres arañas, más mias,
dos pupilas inmensas y una luz tan cobarde
que se apaga al contacto de mis manos vacías.
Luis Oroz.
DORMIR DESPIERTO (A las arañas de Luís Oroz)
Recostado en el lecho de mi sueño cansado,
dormitando despierto, muy sereno al dormir,
voy contando las arañas que el flexo inundado
descuelga entre silencios, veintiocho versos de Luís.
Quiero deshojar el papel del poema que inventa
mil noches sin horas, y un delicado vivir,
aclarar las gotas de lluvia, envuelta en tormenta,
y el clamor que genera su elegante escribir.
Vigilan mis ojos despiertos, recuerdos que ayer
abrazaban bellos versos de poetas del mundo,
y trato de unir pétalos de una flor de papel,
cortándole a los párpados sus hilos y nudos.
Queda la torpe noche suplicando misterios,
la luna, que el agua aclara en oscuros nocturnos,
yo, que envejezco mis noches aguantando el sueño,
le pido a las arañas que permuten su rumbo.
Y creo dormir agotando períodos de sueño,
alimentado del versar del compañero Oroz,
desde aquel cercano día que escuchando sus versos,
anidó mi corazón encarcelado a su voz.
Cuatro palabras quedan, tres arañas sin sombra,
luces, lunas, estrellas, y un lucero tal vez,
alguien que me acompaña y sigiloso me nombra
entre las sábanas donde dormita mi piel.
Y he aquí que la noche me despierta nervioso
creyendo encontrarme entre arañas que vienen y van
y descubro en mi lecho demasiado capcioso
que el culpable del insomnio fue Spiderman.
Así que no culpo a las arañas de tu flexo,
del golpe severo que mi delicado dormir
encaja en las noches recostado en el lecho
confundido con los versos de tu afable sentir.
Un día oí el maravilloso y gratificante poema de Luis Oroz de su propia voz y rodeado de amigos. Fue tal la impresión que mi cuerpo excitó que sentí la obligación de hacerle un humilde y sencillo homenaje. Hoy, no me pregunten..., me ví envuelto en la necesidad de recobrar tan genial poema. Lo acompaño de mis humildes letras.
Gracias genial poeta, gracias, donde quiera que te encuentres.