Editorial Alaire

carmen iglesia escribió:Joder, qué bonito, de verdad...

Ramón Carballal escribió:
La campana duerme, si, la campana duerme.

En su oblonga escritura yo adivino el rocío,
la espátula de luz hiriendo crucigramas de medianoche.

Alguien traza los pasos mirándose en el brillo solar de la piedra.
Tu cuerpo es un almanaque y se refleja en carteles
(son películas, máscaras de teatro, cabellos que el sátiro amó,
tal vez la domadora en su elixir de alba).

He comparado las alturas, sólo por entender la niebla
cuando gritan los pájaros noviembre.

He amanecido siendo columna y no me entrego a las lápidas
ni señalo el parpadeo de los puentes,
bajo tu nave,
bajo tu largo dedo de enigma.

En algún sitio clavó el silencio las raíces de un secreto,
me desvanecía rodeado de azul, entre la baba de los espejos
y un satén de pechos enhebrados.

Ella era alta y me rodeó con su media negra.

No, ya no imito el volar de los duendes.
Es algo más simple,
con los brazos en cruz vigilo mi sombra, y le hablo.

Lunamar Solano escribió:Me queda la sensación de una inmensa espiritualidad, un "y aquí estoy" valiente, atrevido... me atrapó el ritmo de tus letras y sus imágenes destacadas...

Un placer...
Un abrazo!

Pilar Morte escribió:Hermoso poema. Me encantó: comparar las alturas para comprender la niebla. Sabes encontrar imágenes que atrapan
Un abrazo
Pilar

Sidel Zeissig escribió:Ramón… es denso y suculento… para leerlo y releerlo y siempre encontrar más. Tú alimentas la poesía con tus palabras.

Un abrazo Poeta.







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javierdicenzo80 escribió:No, ya no imito el volar de los duendes.
Es algo más simple,
con los brazos en cruz vigilo mi sombra, y le hablo

exelente final.
un abrazo
javier

Aubriel Camila de la Prad escribió:

Ramón Carballal escribió:
La campana duerme, si, la campana duerme.

En su oblonga escritura yo adivino el rocío,
la espátula de luz hiriendo crucigramas de medianoche.

Alguien traza los pasos mirándose en el brillo solar de la piedra.
Tu cuerpo es un almanaque y se refleja en carteles
(son películas, máscaras de teatro, cabellos que el sátiro amó,
tal vez la domadora en su elixir de alba).

He comparado las alturas, sólo por entender la niebla
cuando gritan los pájaros noviembre.

He amanecido siendo columna y no me entrego a las lápidas
ni señalo el parpadeo de los puentes,
bajo tu nave,
bajo tu largo dedo de enigma.

En algún sitio clavó el silencio las raíces de un secreto,
me desvanecía rodeado de azul, entre la baba de los espejos
y un satén de pechos enhebrados.

Ella era alta y me rodeó con su media negra.

No, ya no imito el volar de los duendes.
Es algo más simple,
con los brazos en cruz vigilo mi sombra, y le hablo.

"He comparado las alturas, sólo por entender la niebla
cuando gritan los pájaros noviembre."

Destaqué estos versos, Ramón, pero son todos buenísimos.
Un poema estupendo, con la intensidad y las imágenes deslumbrantes que te caracterizan.

Besos.