Editorial Alaire

Cuando el silencio bulla
y el griterío vano de la ciudad se ausente.
Cuando la noche exprima
los últimos fulgores de la cansada tarde.
Cuando las horas tiemblen,
y oculten sus pudores detrás de las esquinas,
y la maldad aflore,
y la virtud fenezca.
Cuando las pueblen voces de beodos sin rumbo,
transeúntes veloces de obligado trasnoche,
y oscuras prostitutas de derrotada suerte,
mi lecho sea instinto
y la calle consuelo.
Cuando la piel desnuda de las aceras sangre
herida por los cuellos de quebradas botellas,
y el miedo se acomode
o el valor vista prisa.
Cuando los sueños vaguen como sombras siniestras
ignorando las mentes que furtivas los sueñan
y me duela hasta el aire
que a respirar me obligo.
Cuando el genio oscurezca y apetezca marcharse
caminando sin sombra por las calles vacías,
sin asomo de dudas,
ni temores cobardes.

Cuando todo me sobre y me falte el aliento,
y anhelado el momento
tu guadaña me alumbre…
Ya no habrá incertidumbre de esperanza fingida,
y podrás conducirme sin variar tu costumbre
a la gloria o al fuego,
donde el Cielo decida.




Mario

Me dejó extenuada. Toda la fuerza en los versos que tanto me gustaron. Felicidades
Un abrazo
Pilar

Me dejó extenuada. Toda la fuerza en los versos que tanto me gustaron. Felicidades
Un abrazo
Pilar

PLas, Plas, Plas. Maravilloso poema, sobran más palabras.
Un abrazo de:
Piluca.

Mario Martínez,

El camino no el fin
sólo el medio para llegar
al destino...

Extraodinario poema, querido amigo

Un abrazo fuerte

Magníficos versos, amigo mío. Se leen en una exhalación y repiquetean en la cabeza como las notas del miserere de Bécquer.

Sólo puedo decir con admiración, que se demore la noche.

Un abrazo.

Marcos

Gracias Pilar, me alegra que te haya gustado el poema, amiga mía.
Por cierto repetiste el comentario. Un abrazo.
Mario.

Gracias Piluca.
Me alegra que te haya gustado el poema, amiga mía. Un fuerte abrazo.
Mario.

... jo, Mario, que tarde ese momento, que tarde y sea más benigno, más amigo, más consolador; pero ahí está tu poema, sangrando y sangrante, como un túmulo en previsión de un momento tal; por tanto, espectacular y muy logrado, y yo te felicito por ello, compañero; Orión

Gracias, Ricardo, buen amigo, me alegra saberte siempre ahí. Un abrazo.
Mario.

Mario, me da mucho gusto volver a tus letras. Creo que nunca te había leído un poema que no sea en formato de soneto, y te digo que te sienta muy bien la libertad. Destaco principalmente el ritmo, es genial, el poema es como un torrente interminable que descarga su furia en el lector, y que solo se detiene para lanzar un final perfecto.
Me gusto mucho, también, la descripción de esa última noche, muy urbana, muy real, muy sucia y apocalíptica.
En fin amigo, ha sido un placer, como siempre lo es venir a tus letras.
Te mando un fuerte abrazo.

Querido Mario, magníficos versos, su fuerza poética arrasa y llegas al final del camino con ese final que sabe a GLORIA. Mi abrazo.

José Manuel F. Febles

Me ha originado mucha tensión este poema, Mario.
Lo leía esperando que se resolviera lo que había después del cuando, estaba esperando la resolución final, que evidentement ha llegado al final, pero en la espera he perdido un poco el interés por el poema, por eso no me enterado mucho del contenido de los cuantos.
El final no me ha gustado demasiado, esperaba más. A pesar de que la última estrofa está muy bien construida esperaba más.
De todas maneras lo he vuelto a leer y me he dado cuenta que todo el camino y despliegue de los "cuantos" es fascinante.
Por ejemplo eso de
---mi lecho sea instinto
y la calle consuelo.---
me parece algo grande,en lo que me reconozco.
y que decir de:
--- Cuando el genio oscurezca y apetezca marcharse
caminando sin sombra por las calles vacías, ---
eso es algo que vibra de la emocion que lleva y de las interpretaciones que tiene.
No sé pues que decirte al final...bueno ya te he dicho mucho.
El besogrande para ti
José

Mario Martínez escribió: Cuando el silencio bulla
y el griterío vano de la ciudad se ausente.
Cuando la noche exprima
los últimos fulgores de la cansada tarde.
Cuando las horas tiemblen,
y oculten sus pudores detrás de las esquinas,
y la maldad aflore,
y la virtud fenezca.
Cuando las pueblen voces de beodos sin rumbo,
transeúntes veloces de obligado trasnoche,
y oscuras prostitutas de derrotada suerte,
mi lecho sea instinto
y la calle consuelo.
Cuando la piel desnuda de las aceras sangre
herida por los cuellos de quebradas botellas,
y el miedo se acomode
o el valor vista prisa.
Cuando los sueños vaguen como sombras siniestras
ignorando las mentes que furtivas los sueñan
y me duela hasta el aire
que a respirar me obligo.
Cuando el genio oscurezca y apetezca marcharse
caminando sin sombra por las calles vacías,
sin asomo de dudas,
ni temores cobardes.

Cuando todo me sobre y me falte el aliento,
y anhelado el momento
tu guadaña me alumbre…
Ya no habrá incertidumbre de esperanza fingida,
y podrás conducirme sin variar tu costumbre
a la gloria o al fuego,
donde el Cielo decida.




Mario

Me encantó este poema lleno de lúgubres imágenes, no exentas de belleza, aderezadas con una gran fuerza. Mi enhorabuena estimado Mario. Es, sin duda, uno de los poemas que más me gustó compartir. Un placer leerte. Abrazos amigo.

javi

Me ha gustado mucho. Me ha tenido en tensión hasta el final.