En busca de la libertad; eterna huida (biografía)
Publicado: Dom, 09 Ago 2009 11:24
I
Bajo el calor del hogar
sentía frío.
Mi libertad dormitaba,
por una aparente seguridad era arropada,
eras una total desconocida a mi mirada.
Escudriñando los recuerdos
que en mi memoria nunca mueren
soy consciente ahora.
Entre los barrotes de una prisión de cristal
un grito, latente, yacía.
II
Blanco de dardos envenenados
por la cobardía disfrazada de violencia,
víctimas huían, al igual que yo, de sí mismas.
La única diferencia estribaba
en que yo callaba,
en silencio lloraba.
III
Bajo la tutela del autoritarismo
la mano del poder acallaba las palabras.
Bajo la férrea disciplina de soldados
que obedecían sin cuestionarse nada.
Sin el menor atisbo de rebeldía
ante tanta inquina,
era cómplice de su llamada.
Entre las sombras de la sumisión
dormía, dormía...
no lloraba, callaba.
IV
Soñé más tarde que por fin había escapado,
que en el exterior volaría, por fin libre sería.
Desprotegido, sin armas,
vino a mí el ángel negro de la melancolía,
el atroz mensajero de la depresión,
me ahogó sin ninguna consideración,
aniquiló mi alma, mi corazón.
Vagaba, moribundo, atenazado por el miedo.
Se desvanecía todo idealismo,
chocaría contra la cruel realidad de la vida.
Todos mis cimientos se derrumbarían.
V
El pánico me guió hasta la casa
donde habitaba la locura,
donde moraban los desterrados del
reino de dios.
Allí sentí paz,
todo fue un juego macabro de la mente.
¿Por qué estás aquí?
me preguntaban, si nada te pasa.
Lo ignoraba, silente me mostraba.
Sólo sentía no quería salir;
de nuevo dormía, enmudecía,
despierto-veo hoy- todo fue un sueño.
Extrañamente sonreía.
Siendo expulsado del paraíso
comprobé que la única cura
dentro de mí sólo hallaría.
De toda contaminación
despojarme debía.
Fiel reflejo de la locura,
sé, todo era mentira,
sé, la serenidad, era efímera.
VI
Esclavo fui, soy.
Nada hice,
sólo sentirme víctima,
no responsable
de toda mi aflicción,
de toda mi desdicha.
Sé hoy
quién clava la daga
que sangra en mi herida.
Sé
soy esclavo y dueño,
soy quien escribe la agonía.
Sé quiero, aun en mi prisión,
ser libre, siendo consciente
de mi humana condición,
de mi ignorancia y limitación.
No aspiro a nada más.
No encuentro las armas
para mi total liberación.
VII
Sé, siempre
sufriré.
Un sí rotundo, no obstante,
en mi propio encierro, afirmaré,
nunca negaré.
Seguiré escribiendo
en busca de la felicidad,
aunque sé
jamás, nunca, nunca, me abrazará.
Cuando nada busque,
cuando todo deseo se desvanezca,
cuando realmente todo muera,
seré, sellaré, gritaré
mi libertad.
Bajo el calor del hogar
sentía frío.
Mi libertad dormitaba,
por una aparente seguridad era arropada,
eras una total desconocida a mi mirada.
Escudriñando los recuerdos
que en mi memoria nunca mueren
soy consciente ahora.
Entre los barrotes de una prisión de cristal
un grito, latente, yacía.
II
Blanco de dardos envenenados
por la cobardía disfrazada de violencia,
víctimas huían, al igual que yo, de sí mismas.
La única diferencia estribaba
en que yo callaba,
en silencio lloraba.
III
Bajo la tutela del autoritarismo
la mano del poder acallaba las palabras.
Bajo la férrea disciplina de soldados
que obedecían sin cuestionarse nada.
Sin el menor atisbo de rebeldía
ante tanta inquina,
era cómplice de su llamada.
Entre las sombras de la sumisión
dormía, dormía...
no lloraba, callaba.
IV
Soñé más tarde que por fin había escapado,
que en el exterior volaría, por fin libre sería.
Desprotegido, sin armas,
vino a mí el ángel negro de la melancolía,
el atroz mensajero de la depresión,
me ahogó sin ninguna consideración,
aniquiló mi alma, mi corazón.
Vagaba, moribundo, atenazado por el miedo.
Se desvanecía todo idealismo,
chocaría contra la cruel realidad de la vida.
Todos mis cimientos se derrumbarían.
V
El pánico me guió hasta la casa
donde habitaba la locura,
donde moraban los desterrados del
reino de dios.
Allí sentí paz,
todo fue un juego macabro de la mente.
¿Por qué estás aquí?
me preguntaban, si nada te pasa.
Lo ignoraba, silente me mostraba.
Sólo sentía no quería salir;
de nuevo dormía, enmudecía,
despierto-veo hoy- todo fue un sueño.
Extrañamente sonreía.
Siendo expulsado del paraíso
comprobé que la única cura
dentro de mí sólo hallaría.
De toda contaminación
despojarme debía.
Fiel reflejo de la locura,
sé, todo era mentira,
sé, la serenidad, era efímera.
VI
Esclavo fui, soy.
Nada hice,
sólo sentirme víctima,
no responsable
de toda mi aflicción,
de toda mi desdicha.
Sé hoy
quién clava la daga
que sangra en mi herida.
Sé
soy esclavo y dueño,
soy quien escribe la agonía.
Sé quiero, aun en mi prisión,
ser libre, siendo consciente
de mi humana condición,
de mi ignorancia y limitación.
No aspiro a nada más.
No encuentro las armas
para mi total liberación.
VII
Sé, siempre
sufriré.
Un sí rotundo, no obstante,
en mi propio encierro, afirmaré,
nunca negaré.
Seguiré escribiendo
en busca de la felicidad,
aunque sé
jamás, nunca, nunca, me abrazará.
Cuando nada busque,
cuando todo deseo se desvanezca,
cuando realmente todo muera,
seré, sellaré, gritaré
mi libertad.