Editorial Alaire

Son enormes sus espaldas,
lo mismo que su metáfora de trinos,
campos y lágrima.

Un remedo de pasos confunde la dignidad del color,
asombra el atleta,
su despiadada insignia de rosas.

No mires ahora esa llaga que sube al cielo,
la consigna de la catedral, el coro de plata
herido de balcones.

Alguien ha puesto un vagón junto al palacio de la música,
cada libro lleva un rostro de arena en su perfume gris.

Quiero a esta ciudad como se quiere a un signo
o a un tatuaje.

Reconozco los nombres
y me perfilo caído en azabache
como un viejo herrero que amó el cincel de las ballenas.

Ramón Carballal escribió:
Son enormes sus espaldas,
lo mismo que su metáfora de trinos,
campos y lágrima.

Un remedo de pasos confunde la dignidad del color,
asombra el atleta,
su despiadada insignia de rosas.

No mires ahora esa llaga que sube al cielo,
la consigna de la catedral, el coro de plata
herido de balcones.

Alguien ha puesto un vagón junto al palacio de la música,
cada libro lleva un rostro de arena en su perfume gris.

Quiero a esta ciudad como se quiere a un signo
o a un tatuaje.

Reconozco los nombres
y me perfilo caído en azabache
como un viejo herrero que amó el cincel de las ballenas.

Ramón, tu poesía se hace elocuente y precisa en un progreso contínuo sin que hayas tocado techo todavía; cada día más depurado en tus creaciones, con tu estilo personal y voz propia cada vez más perfilada y fuerte, con mayor seguridad. Este es un gran poema, un poema de los que merecen pasar a esa colección de escogidos para leer y releer. Los méritos y merecimientos están a la vista, ¿a qué subrayarlos, si se perciben en cada giro, descripción, metáfora, sugerencia, con que avanza el poema? Enhorabuena.
Salud.

.



Este es realmente un poema antologico. Mi reverencia, amigo Ramon!

Abrazos - Iben



.

Muy hermoso, Ramón, Un deleite grande deslizarse por tus versos.
Felicidades
Un abrazo
Pilar

Ramón Carballal escribió:
Son enormes sus espaldas,
lo mismo que su metáfora de trinos,
campos y lágrima.

Un remedo de pasos confunde la dignidad del color,
asombra el atleta,
su despiadada insignia de rosas.

No mires ahora esa llaga que sube al cielo,
la consigna de la catedral, el coro de plata
herido de balcones.

Alguien ha puesto un vagón junto al palacio de la música,
cada libro lleva un rostro de arena en su perfume gris.

Quiero a esta ciudad como se quiere a un signo
o a un tatuaje.

Reconozco los nombres
y me perfilo caído en azabache
como un viejo herrero que amó el cincel de las ballenas.

En estos días me circulaba por la mente la idea de que la poesía o trasciende lo puramente humano, o se queda en lo puramente humano. No he llegado a conclusión alguna. No se puede decidir, creo yo, si quedarse en la tierra o subirse a las nubes; por eso mismo, Ramón, tras leer este poema, me parece que la clave está en subirse un poco de tierra en los bolsillo - por aquello de no desarraigarse- cuando deseamos habitar en el cielo o, por el contrario, arrancar un trozo de nube -por aquello de no perder el sentido de la trascendencia- cuando nos sintamos más terrestres.
Y toda esta estúpida metáfora, a colación, de tu poema, porque eres, sin duda, uno de los poetas que he leído que mejor sabe litigar en ambos terrenos de la poesía: trasciendes lo mundano cuando procede hacerlo, y, ¿por qué no decirlo?, sabes desenmascarar lo que otros creen estrictamente trascendente, y atraerlo hacia la influencia de lo humano, secularizar, por así decirlo, la ortodoxía poética tan anquilosada, a veces. Es por ello, que me parece a mí que no tienes este dilema que me acosa esta mañana...ja,ja. Tu poesía está en lo humano y supera lo humano, por tanto, no tiene la disyuntiva de elegir entre lo humano y lo trascendente, lo conjuga y lo asume como un todo unitario. Ahí radica,creo yo, humildemente, su belleza y su acierto constante.

Perdona la perorata pero es que me pongo un poco locuaz o cansino, como se dice por estos lares, cuando algo me deslumbra. Un abrazo maestro

"Quiero a esta ciudad como se quiere a un signo
o a un tatuaje.

Reconozco los nombres
y me perfilo caído en azabache
como un viejo herrero que amó el cincel de las ballenas."
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Todo un hallazgo lisérgico-poético en tus creaciones.


Un gusto, compañero

Un placer, Ramón, leerte ya desde el Atlántico... Es precioso amar a una ciudad y contarlo de esta forma...

Beso gordo,

Carmen

Julio González Alonso escribió:

Ramón Carballal escribió:
Son enormes sus espaldas,
lo mismo que su metáfora de trinos,
campos y lágrima.

Un remedo de pasos confunde la dignidad del color,
asombra el atleta,
su despiadada insignia de rosas.

No mires ahora esa llaga que sube al cielo,
la consigna de la catedral, el coro de plata
herido de balcones.

Alguien ha puesto un vagón junto al palacio de la música,
cada libro lleva un rostro de arena en su perfume gris.

Quiero a esta ciudad como se quiere a un signo
o a un tatuaje.

Reconozco los nombres
y me perfilo caído en azabache
como un viejo herrero que amó el cincel de las ballenas.

Ramón, tu poesía se hace elocuente y precisa en un progreso contínuo sin que hayas tocado techo todavía; cada día más depurado en tus creaciones, con tu estilo personal y voz propia cada vez más perfilada y fuerte, con mayor seguridad. Este es un gran poema, un poema de los que merecen pasar a esa colección de escogidos para leer y releer. Los méritos y merecimientos están a la vista, ¿a qué subrayarlos, si se perciben en cada giro, descripción, metáfora, sugerencia, con que avanza el poema? Enhorabuena.
Salud.

Es un comentario muy generoso, Julio, que agradezco sinceramente. Creo que mi poesía(al menos ahora mismo)ya no puede crecer más, tengo la sensación de que con el tiempo quizá aprendas cosas pero también falta la frescura(o la ilusión) de los primeros poemas. Lo que se gana por un lado se pierde por el otro y eso produce la sensación de que ya se ha dicho todo lo que habia que decir. En fin que seguiremos ahí, quizá escribiendo menos o solo lo necesario. Un abrazo y muchas gracias.

Enorme compostela, enorme el poema, un gusto, saludos

Lo he leido varias veces, Ramón. Creo que los compañeros llevan razón en sus apreciaciones. No es sólo que tu poesía crece y madura como una fruta maravillosa, sino que además la fuerza de tu lírica sienta precedentes en los aleros de la historia poética. Hace mucho te leo y me deleito con tus obras, pero esta sensación de hoy sintiendo Compostela ha sido inapelable. Estamos frente a una creación de incisión profunda que te agradecemos muchísimo. Y otra cosa, un poeta nacido poeta como tú, siempre tendrá que decir, siempre.

Un beso grande con mi afecto y mi respeto.

Hallie

Iben Xavier Lorenzana escribió:.



Este es realmente un poema antologico. Mi reverencia, amigo Ramon!

Abrazos - Iben



.

Gracias, Iben, creo que es un poema correcto, pero nada más. Te mando un fuerte abrazo.

Pilar Morte escribió:Muy hermoso, Ramón, Un deleite grande deslizarse por tus versos.
Felicidades
Un abrazo
Pilar

Gracias por tus palabras, Pilar. Un abrazo.

Nos traes un poema, amigo Ramón, trabajado y limpio. No puedo dejar de destacar algunos hallazgos que me parecen memorables, como el del primer verso, perfecta introducción, o esos "la dignidad del color", "la consigna de la catedral", o "cada libro lleva un rostro de arena", también el final que intriga y sobrecoge a su manera.

Me gusta Santiago. Desfilé varias veces en la Plaza del Obradoiro, pues era tambor en la banda del cuartel de Atocha de A Coruña, donde hice el servicio militar, como ya te he comentado alguna vez. Me gustaba caminar por sus largos soportales. La piedra le confiere un aire de ciudad segura para un castellano como yo.

Un abrazo y enhorabuena por el poema,

Esteban

Yo he vivido una gran parte de mi vida en Compostela, y la visito frecuentemente. Sé de lo que nos hablas y de las sugerencias que tan imaginativa y poéticamente nos abres en estos versos. Hay algunos momentos en que parezco perderme un poco, me resultan un poco lejanas al tema tratado, pero en otra como estas:

Son enormes sus espaldas,
lo mismo que su metáfora de trinos,
campos y lágrima.

No mires ahora esa llaga que sube al cielo,
la consigna de la catedral, el coro de plata
herido de balcones.

Quiero a esta ciudad como se quiere a un signo
o a un tatuaje.

Reconozco los nombres
y me perfilo caído en azabache
como un viejo herrero que amó el cincel de las ballenas.

me reconozco entre las "piedras" poéticas del verso, porque son una parte importante de mi vida.

Unha forte aperta, querido amigo

Emilio Aparicio escribió:

Ramón Carballal escribió:
Son enormes sus espaldas,
lo mismo que su metáfora de trinos,
campos y lágrima.

Un remedo de pasos confunde la dignidad del color,
asombra el atleta,
su despiadada insignia de rosas.

No mires ahora esa llaga que sube al cielo,
la consigna de la catedral, el coro de plata
herido de balcones.

Alguien ha puesto un vagón junto al palacio de la música,
cada libro lleva un rostro de arena en su perfume gris.

Quiero a esta ciudad como se quiere a un signo
o a un tatuaje.

Reconozco los nombres
y me perfilo caído en azabache
como un viejo herrero que amó el cincel de las ballenas.

En estos días me circulaba por la mente la idea de que la poesía o trasciende lo puramente humano, o se queda en lo puramente humano. No he llegado a conclusión alguna. No se puede decidir, creo yo, si quedarse en la tierra o subirse a las nubes; por eso mismo, Ramón, tras leer este poema, me parece que la clave está en subirse un poco de tierra en los bolsillo - por aquello de no desarraigarse- cuando deseamos habitar en el cielo o, por el contrario, arrancar un trozo de nube -por aquello de no perder el sentido de la trascendencia- cuando nos sintamos más terrestres.
Y toda esta estúpida metáfora, a colación, de tu poema, porque eres, sin duda, uno de los poetas que he leído que mejor sabe litigar en ambos terrenos de la poesía: trasciendes lo mundano cuando procede hacerlo, y, ¿por qué no decirlo?, sabes desenmascarar lo que otros creen estrictamente trascendente, y atraerlo hacia la influencia de lo humano, secularizar, por así decirlo, la ortodoxía poética tan anquilosada, a veces. Es por ello, que me parece a mí que no tienes este dilema que me acosa esta mañana...ja,ja. Tu poesía está en lo humano y supera lo humano, por tanto, no tiene la disyuntiva de elegir entre lo humano y lo trascendente, lo conjuga y lo asume como un todo unitario. Ahí radica,creo yo, humildemente, su belleza y su acierto constante.

Perdona la perorata pero es que me pongo un poco locuaz o cansino, como se dice por estos lares, cuando algo me deslumbra. Un abrazo maestro

Me ha gustado mucho esta reflexión tuya sobre lo humano y lo trascendente. Creo que en definitiva la poesía lo que hace es poner un poco de magia o de misterio a la vida que en sí es bastante prosaica. Por lo menos es lo que yo me planteo a la hora de escribir, una mezcla entre lo real y la intuición subjetiva . Por ejemplo, cuando escribo sobre una ciudad trato de integrar lo objetivo(cosas reconicibles por todos los que la conocen)con impresiones subjetivas que yo tengo. Bueno, es mi forma de entender la poesía y lo que intento hacer ahora, con mejor o peor fortuna. Gracias, Emilio, siempre son interesantes tus comentarios. Un fuerte abrazo.