Editorial Alaire

Hay momentos en la vida que encuadran un axioma extravagante,
y aunque la camisa permanezca con lamparones de sudor
y alguna que otra mancha de vino,
la mente, se libera del gas que la aturde,
mientras agotada en su rellano, dibuja el cuadro al que poco a poco
irá coloreando, y llenando de existencia.
Es cierto, que las vidas se forjan a golpes,
a paradigmas llenos de color e imágenes en blanco y negro,
a duelos de corazón y batallas rutilantes y decrépitas,
pero, también es cierto, que sentados en el sillón de rey,
con corona y cetro, no se obtiene el poder, ni la sabiduría,
ni aporta esa pizca de justicia que se le supone.
Hay instantes, que uno quiere, desea,
ansía recoger aquello que le apetece,
poseer, lo que otros no pueden poseer,
o tan solo no poseen,
es tan necesario como el aire que acaricia el cutis
y la lluvia que nos moja la espalda,
pero es simple, es así.
Hay momentos, que tu no me hablas
y yo no te escucho,
a pesar de ello, los dos volamos con el mismo afán,
buscando el rumbo que el timón perdió en las noches sin luna,
y que las estrellas, escondieron en emboscada.
Tan solo, tratamos de acercarnos en el anonimato,
en el campo de sudor y desvaríos,
con la puerta cerrada y tu sujetador colgado de cualquier parte,
mis manos, buscando la erizada piel del deseo,
y tus labios, la ensenada de mi cuerpo ardiente.
Hay momentos en que el deseo aparta las prioridades,
las verdades y la realidad más cruel y cierta,
momentos, donde la vida esconde axiomas extravagantes,
a pesar de dibujar una camisa con sudor
y humedecer con ardor, el delicado sexo de una mujer.

Muy buena reflexión, estimado, y escrito con un lenguaje claro, directo,
diáfono en la cadencia de su ritmo. Buen manejo de los versos largos.
Hay momentos en que el simple lenguaje de los cuerpos proclaman
la razón de ser de la existencia. Ha sido un momento
de agradable discurrir.

Un abrazo.
Óscar

Gracias por tu visita y comentario, Oscar.
Un abrazo.l