Terminar
Publicado: Vie, 12 Jun 2009 6:15
Le pedí buscar el -hasta luego- permanente
y pensar en la duda que no se había marchado,
buscar el cerrojo de sus sombras
cuando la resignación no guiñaba ojo/mirador alguno,
remontarse en los urgentes vuelos
y terminar con el acaso para no pecar como un ladrón momentáneo
mi arcaico amigo confundía con trampas la frustración y el odio
la vida se le antojaba prohibida decadencia
y- nunca más- fue la espera en oblicua permanencia
un cobijo entre el doble discurso, bofetada corta en estúpida burla
que generoso propinó al destino
la incertidumbre se sentó a mirarlo defraudada en el banco del parque olvidado
y una generación entera de brillo ajado
silbó la última entonación contando el lloroso desahogo de amistosos desprendimientos
luego fue la poca luz del color tan conocido
la urgente frontera lejana que intuía con deberes prácticos
era la crónica herida,
el relato esclavo que abomina siempre la espada fundida a la cadena
cuánta, cuánta pena...
para perder de vista la huella que tanto confundía
para el mal trago le pedí tumbar los dos puntos y aparte,
cortar de tajo la despedida y la lumbre final,
¡ah compañero rendido, cuántas veces lo pedí!
sólo entendiste que la resonancia del bolsillo vacío pierde los pliegues incómodos
cuando el discurso hastiado y sordo ha cosido todas las estrellas a tejidos limpios,
cuando después, siempre después
un absurdo paño limpia los nombres mejor zurcidos
Le pedí tanto y tan poco:
risas exclusivas, tardes sin lupa, añicos de la savia antigua
ahora tengo nada...
y se lo dí.
y pensar en la duda que no se había marchado,
buscar el cerrojo de sus sombras
cuando la resignación no guiñaba ojo/mirador alguno,
remontarse en los urgentes vuelos
y terminar con el acaso para no pecar como un ladrón momentáneo
mi arcaico amigo confundía con trampas la frustración y el odio
la vida se le antojaba prohibida decadencia
y- nunca más- fue la espera en oblicua permanencia
un cobijo entre el doble discurso, bofetada corta en estúpida burla
que generoso propinó al destino
la incertidumbre se sentó a mirarlo defraudada en el banco del parque olvidado
y una generación entera de brillo ajado
silbó la última entonación contando el lloroso desahogo de amistosos desprendimientos
luego fue la poca luz del color tan conocido
la urgente frontera lejana que intuía con deberes prácticos
era la crónica herida,
el relato esclavo que abomina siempre la espada fundida a la cadena
cuánta, cuánta pena...
para perder de vista la huella que tanto confundía
para el mal trago le pedí tumbar los dos puntos y aparte,
cortar de tajo la despedida y la lumbre final,
¡ah compañero rendido, cuántas veces lo pedí!
sólo entendiste que la resonancia del bolsillo vacío pierde los pliegues incómodos
cuando el discurso hastiado y sordo ha cosido todas las estrellas a tejidos limpios,
cuando después, siempre después
un absurdo paño limpia los nombres mejor zurcidos
Le pedí tanto y tan poco:
risas exclusivas, tardes sin lupa, añicos de la savia antigua
ahora tengo nada...
y se lo dí.