El Rey Melchor y la muerte de Dios
Publicado: Mar, 09 Jun 2009 23:05
Yo soy el Rey Melchor
y he afeitado mis barbas.
Soy monarca sin corona,
sabio sin estola
y mago sin chistera.
Soy un hombre sin mis barbas,
portador de ilusiones.
Soy una dulce mentira,
un espíritu casi-eterno.
Soy el rey de los solitarios
y de los desamparados,
un rey oriental, portador de oro,
del oro que construirá el becerro,
a la muerte de Dios;
porque Dios morirá en breve,
en cuanto lo mate el hombre.
Y tomaré yo su cadáver en mis brazos
y le hablaré de la vanidad,
de la miseria,
del odio y de la intolerancia humanos,
de la envidia al que es distinto
y del totalitarismo excluyente,
del fanatismo, del hedonismo...
Y le diré:
-¡Oh, Dios, excusa de la infamia!
Creado a nuestra imagen.
¿No reparaste, acaso, en que actuaríamos así,
o ya sabías que te íbamos a matar?.
Y Dios, por siempre agonizante, me mirará en los ojos
y me dirá:
-Yo lo sé todo, ¿olvidas que soy Dios?
Y este rey, portador de bienes terrenales,
dejará ya de serlo
y se postrará sobre las arenas del desierto
para gritar en busca de su libertad...
Y diré en alta voz:
NO QUIERO SEGUIR SIENDO HUMANO.
Y ya no moraré más en las mentes de los hombres.
Les daré mi oro a los niños humanos
y jugarán con él, ajenos a su valor.
Jugarán con el oro de la guerra
y se matarán por él,
hasta que ellos mismos se hagan hombres.
Y cuando sean hombres, matarán a Dios.
y he afeitado mis barbas.
Soy monarca sin corona,
sabio sin estola
y mago sin chistera.
Soy un hombre sin mis barbas,
portador de ilusiones.
Soy una dulce mentira,
un espíritu casi-eterno.
Soy el rey de los solitarios
y de los desamparados,
un rey oriental, portador de oro,
del oro que construirá el becerro,
a la muerte de Dios;
porque Dios morirá en breve,
en cuanto lo mate el hombre.
Y tomaré yo su cadáver en mis brazos
y le hablaré de la vanidad,
de la miseria,
del odio y de la intolerancia humanos,
de la envidia al que es distinto
y del totalitarismo excluyente,
del fanatismo, del hedonismo...
Y le diré:
-¡Oh, Dios, excusa de la infamia!
Creado a nuestra imagen.
¿No reparaste, acaso, en que actuaríamos así,
o ya sabías que te íbamos a matar?.
Y Dios, por siempre agonizante, me mirará en los ojos
y me dirá:
-Yo lo sé todo, ¿olvidas que soy Dios?
Y este rey, portador de bienes terrenales,
dejará ya de serlo
y se postrará sobre las arenas del desierto
para gritar en busca de su libertad...
Y diré en alta voz:
NO QUIERO SEGUIR SIENDO HUMANO.
Y ya no moraré más en las mentes de los hombres.
Les daré mi oro a los niños humanos
y jugarán con él, ajenos a su valor.
Jugarán con el oro de la guerra
y se matarán por él,
hasta que ellos mismos se hagan hombres.
Y cuando sean hombres, matarán a Dios.