Ejercicio de Nostalgia
Publicado: Mar, 09 Jun 2009 21:12
Acaricio despacio a la memoria, rescato las huellas del pasado,
y resucita un tiempo de querencia al que retorno:
a ser cenizas se resiste y a mi rostro, esquivo ante el espejo,
de sus escombros lo salva generoso. En solemne ritual de un plenilunio
voy abriendo los cauces de la luz: que el corazón pueda redimirse
de la umbría soledad que lo cautiva. Evoco el candor sereno de unos labios
que suplican la voz de la ternura y emigran del silencio los gorriones
que anidaron ayer con la inocencia de un niño durmiéndose feliz
acunado en los brazos de su madre. Me resisto a ser sólo nostalgia,
o arco iris izado en éstos ojos que se abren cuando duelen
los ecos despiertos de la infancia porque regreso a la canción de los pupitres
invocando al espectro que deambula por la cantinela de sus números,
y por cero multiplico quimeras, horizontes...y todo cuanto se nutra de utopías.
Quedaron ya lejanos los latidos de un vino que perdura irrepetible
y embriaga el sabor de su memoria, la melodía del mar que interpretaban
las olas en pentagramas de espuma y el pan recién nacido destilando
la esencia de estrenar un sueño nuevo. Ahora es música la liturgia de la lluvia
y bajo el palio de sus notas, a la noche, cuando calla el rumor de las acequias
y no se escucha su agua enamorada, solitario bailo el vals de los amantes
y como el vértigo de un corcel desbocado que la sangre va pisándome,
surge la sementera donde el gérmen de mi estrella crecía tierra adentro
y en los páramos ocres de la mente reverdece una añoranza de espigas.
Allí la rubia cabellera del trigo se peinaba con el cierzo y la retama iba mostrando
su arrogante presencia en los barbechos. Contra las sienes me golpea,
ya cansino, el pulso gastado de los años y la sensación irreversible
de todo cuanto sin medida he amado. Por eso se marchita el paisaje de mi piel,
se extingue la fiebre de mi carne y el deseo renuncia a ser caníbal.
y resucita un tiempo de querencia al que retorno:
a ser cenizas se resiste y a mi rostro, esquivo ante el espejo,
de sus escombros lo salva generoso. En solemne ritual de un plenilunio
voy abriendo los cauces de la luz: que el corazón pueda redimirse
de la umbría soledad que lo cautiva. Evoco el candor sereno de unos labios
que suplican la voz de la ternura y emigran del silencio los gorriones
que anidaron ayer con la inocencia de un niño durmiéndose feliz
acunado en los brazos de su madre. Me resisto a ser sólo nostalgia,
o arco iris izado en éstos ojos que se abren cuando duelen
los ecos despiertos de la infancia porque regreso a la canción de los pupitres
invocando al espectro que deambula por la cantinela de sus números,
y por cero multiplico quimeras, horizontes...y todo cuanto se nutra de utopías.
Quedaron ya lejanos los latidos de un vino que perdura irrepetible
y embriaga el sabor de su memoria, la melodía del mar que interpretaban
las olas en pentagramas de espuma y el pan recién nacido destilando
la esencia de estrenar un sueño nuevo. Ahora es música la liturgia de la lluvia
y bajo el palio de sus notas, a la noche, cuando calla el rumor de las acequias
y no se escucha su agua enamorada, solitario bailo el vals de los amantes
y como el vértigo de un corcel desbocado que la sangre va pisándome,
surge la sementera donde el gérmen de mi estrella crecía tierra adentro
y en los páramos ocres de la mente reverdece una añoranza de espigas.
Allí la rubia cabellera del trigo se peinaba con el cierzo y la retama iba mostrando
su arrogante presencia en los barbechos. Contra las sienes me golpea,
ya cansino, el pulso gastado de los años y la sensación irreversible
de todo cuanto sin medida he amado. Por eso se marchita el paisaje de mi piel,
se extingue la fiebre de mi carne y el deseo renuncia a ser caníbal.