RETRATO DE MUJER CON MAR AL FONDO
Publicado: Sab, 24 Nov 2007 20:14
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-------------------- Vienes de tus dominios,
de tu puente de mando, y no encuentras ninguno
que cruce hacia la muerte
(la muerte es tu vida lisa y llana).
Cuidas de no pisar las algas, las orillas,
su inacabable piélago de plástico y petróleo,
por eso, en el parquet, olvidas tus zapatos.
-------------------- ¿Por qué huyes del cristal que refleja tu rostro,
sin regar las macetas de jazmines?
¿Por qué no aceptas hoy el combate con tónicos y cremas?
¿Por qué te has ido -piensas- dejando tus medias
flotando en el lavabo?
-------------------- Esqueletos de hormigas avanzan
por los hilos de cobre
(se trastocan esquinas a tu paso, y de pronto,
las descubres pasillos),
se desdobla la luz en el interruptor
y corre por entre las molduras de escayola,
hasta alcanzar la lamparita con fleco de cuentas y abalorios
que comprasteis en Viena
(ésa, que apenas ilumina tu mesilla). Nadie hay
en esta semioscuridad que te demuele,
sólo el aire encadenado que aúlla y te respira;
sólo un mar que se abate
y rompe
y rompe
y salpica de espuma tu sangre de cereza.
-------------------- Sonámbula, escribes.
Masticas la blancura contradicha y perpetua de las olas
acercándote, a cada dentellada,
aún más,
al filo del abismo donde crece, salvaje,
sin que nadie la pode, tu vida en otras muertes.
-------------------- Tú no marcas con tizas
las paredes, no escribes fechas:
tú te cuentas los huesos, las espinas, las sangres deslucidas de la luna,
el pálpito del mar
(del mar,
del mar),
hasta que cae, exhausta, ésa a quien aborreces: la cotidiana.
-------------------- Oh, corazón de bitácora,
el alfabeto de los pájaros
que hiere las ventanas,
las sombras de sus alas sobre los desvaídos perfiles de cuaderna,
estremecen tu cuerpo.
Te clavas una por una sus garras en las compuertas que retienen el llanto,
pisas entre las uvas
un recuerdo que aún podría rescatar la inocencia,
y en el lagar de tus citas, de tus encuentros diarios
(la pila de platos, sartenes y cazuelas),
de tu sepulcro de lejía y detergentes, y de tu vientre estéril,
renaces, desnuda, para apagar la luz
que en el espejo se declara tu contraria.
-------------------- Y de nuevo, rompe, de vena a vena,
de arteria a arteria (caracola olvidada)
la mar, contra tu sangre de cereza, su azul inmaculado.
-------------------- Censuras en medio de la noche
tus indefiniciones,
porque en ellas te lees,
te lees y no conoces, no entiendes,
a la mujer que ya no cuenta, ni siquiera las lunas con su sangre.
Censuras a la que huye
como una amante que se olvidó a sí misma en brazos de cualquiera,
quizá en algún libro,
o en algún poemario; la que entierra debajo de las sábanas: arrugas,
la piel de naranja de sus muslos, las ojeras.
-------------------- Alacranes ardiendo te recorren la piel,
hunden sin piedad sus aguijones en la vigilia incolora de tus ojos,
y ruegas a las manos diminutas de la lluvia,
que aneguen tu memoria;
------------------------ y mientras odias tus órganos -y tu laringe- inútiles,
y la noche huele a jazmines, a horas lentas
(y piensas que mañana has de ir al mercado, al banco, al zapatero)
aún, los pájaros cantan.
--------------------Y la mar que bramaba, se apacigua, se acuna, se adormece,
recitando tus versos.
Blanca Sandino
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-------------------- Vienes de tus dominios,
de tu puente de mando, y no encuentras ninguno
que cruce hacia la muerte
(la muerte es tu vida lisa y llana).
Cuidas de no pisar las algas, las orillas,
su inacabable piélago de plástico y petróleo,
por eso, en el parquet, olvidas tus zapatos.
-------------------- ¿Por qué huyes del cristal que refleja tu rostro,
sin regar las macetas de jazmines?
¿Por qué no aceptas hoy el combate con tónicos y cremas?
¿Por qué te has ido -piensas- dejando tus medias
flotando en el lavabo?
-------------------- Esqueletos de hormigas avanzan
por los hilos de cobre
(se trastocan esquinas a tu paso, y de pronto,
las descubres pasillos),
se desdobla la luz en el interruptor
y corre por entre las molduras de escayola,
hasta alcanzar la lamparita con fleco de cuentas y abalorios
que comprasteis en Viena
(ésa, que apenas ilumina tu mesilla). Nadie hay
en esta semioscuridad que te demuele,
sólo el aire encadenado que aúlla y te respira;
sólo un mar que se abate
y rompe
y rompe
y salpica de espuma tu sangre de cereza.
-------------------- Sonámbula, escribes.
Masticas la blancura contradicha y perpetua de las olas
acercándote, a cada dentellada,
aún más,
al filo del abismo donde crece, salvaje,
sin que nadie la pode, tu vida en otras muertes.
-------------------- Tú no marcas con tizas
las paredes, no escribes fechas:
tú te cuentas los huesos, las espinas, las sangres deslucidas de la luna,
el pálpito del mar
(del mar,
del mar),
hasta que cae, exhausta, ésa a quien aborreces: la cotidiana.
-------------------- Oh, corazón de bitácora,
el alfabeto de los pájaros
que hiere las ventanas,
las sombras de sus alas sobre los desvaídos perfiles de cuaderna,
estremecen tu cuerpo.
Te clavas una por una sus garras en las compuertas que retienen el llanto,
pisas entre las uvas
un recuerdo que aún podría rescatar la inocencia,
y en el lagar de tus citas, de tus encuentros diarios
(la pila de platos, sartenes y cazuelas),
de tu sepulcro de lejía y detergentes, y de tu vientre estéril,
renaces, desnuda, para apagar la luz
que en el espejo se declara tu contraria.
-------------------- Y de nuevo, rompe, de vena a vena,
de arteria a arteria (caracola olvidada)
la mar, contra tu sangre de cereza, su azul inmaculado.
-------------------- Censuras en medio de la noche
tus indefiniciones,
porque en ellas te lees,
te lees y no conoces, no entiendes,
a la mujer que ya no cuenta, ni siquiera las lunas con su sangre.
Censuras a la que huye
como una amante que se olvidó a sí misma en brazos de cualquiera,
quizá en algún libro,
o en algún poemario; la que entierra debajo de las sábanas: arrugas,
la piel de naranja de sus muslos, las ojeras.
-------------------- Alacranes ardiendo te recorren la piel,
hunden sin piedad sus aguijones en la vigilia incolora de tus ojos,
y ruegas a las manos diminutas de la lluvia,
que aneguen tu memoria;
------------------------ y mientras odias tus órganos -y tu laringe- inútiles,
y la noche huele a jazmines, a horas lentas
(y piensas que mañana has de ir al mercado, al banco, al zapatero)
aún, los pájaros cantan.
--------------------Y la mar que bramaba, se apacigua, se acuna, se adormece,
recitando tus versos.
Blanca Sandino