
soberbia entumecida de tus manos
aunque entienda que todo es una mentira
me regocijo
en los límites malditos de tus labios.
Y la espera no revienta mis neuronas
y el asco no sacude mi pereza,
porque entre tu soberbia y mi egoísmo
solo media medio gramo de tristeza.
Han muerto ya todos los gritos,
la supervivencia del cobarde era evidente,
me permito descansar junto a la hoja
transparente y hedionda de la vida.
La mediocridad- estaba escrito-
debía de ganarnos la partida.
Ya no quedan más salidas, mi amigo,
aalvo
reconocer la debilidad de nuestros cuerpos;
la maldita conexión desconocida
con un par de poetas y mendigos.
Coronando el cuadro de la hipocresía llega tu ego junto al mío de la mano
porque te odio tanto como puedo
porque eres mi Némesis, mi cruel opuesto.
Mirarte me obliga a analizarme
y cada vez es peor lo que advierto...