"Ella es mordisco de árbol con apariencia de Insecto"
Bajo el signo de géminis tengo varias personalidades incrustadas en el ánimo: según el movimiento de la luna y la caída del peso frente al dólar mi ánimo cambia de personalidad. Cuando la marea sube me viene una ola roja que me inunda y me creo ballena, otra personalidad. En el ocaso la coloración de mi pelo cambia de azabache a naranja, con olor a guaya madura. Me pregunto si se debe al aspaviento de seis a siete sentada bajo la flor de mayo a la que le gotea resina cuando se hinca; otra personalidad que adopto bajo el signo de los gemelos.
Todo sea por la astrología, échole la culpa al signo para no llamar esquizofrenia a la agudeza de mis cambios hormonales que pasada la treintena asoman la cabeza entre los muslos.
Ya olvidé la hora en que mis ojos vieron por vez primera los rasgos de mi madre después de parir. Dudo mucho que su sonrisa fuera fingida luego del trabajo de parto que duró horas porque mis sueños eran anchos y mi ignorancia extensa. Mi cabello era escaso al nacer y traía entre las manos una abundancia de fracasos que con los años extravié por el camino, pero acumulé experiencia que guardo celosa en un cajón al que a diario acudo a atiborrar de naftalina para que huela bien.
Y ahí voy, con el guacal repleto de minutos, horas, días y años recorriendo las calles de mi barrio que como espejo reflejan a diario mi paso. Ayer la calle 80 le dijo a la 82 que mis canas son más notorias y que mi voz empequeñece al atardecer. La 53 sólo sonrió y se quedó callada. _¡Pero bueno, esas "viejas fodongas"!_, lanzó tras un suspiro la Avenida del malecón, después de verme arrastrar las rodillas en la arena dando un traspié con una piedra ensombrecida por la nostalgia.
-¡Aléjate de mí! ¡Basta!- le digo al calendario. Su insistencia es reseñable, se me viene cada que pienso en el amor, como si fuera prescindible su apariencia de perro apaleado ente mi puerta, tras mi ventana y a la sombra del limonero...es un hartazgo su perseverancia cada que unto a mis colgadas mejillas la crema para el día y la crema para la noche. Con lo barato que es ajustarse a la medida de los años y dejar surcar un pliegue pueril.
Hizo a un lado el óleo y el pincel y dijo:_ "Me cuesta levantarme de la cama, he envejecido un año"__ Ernesto, tu pesar de abril es un insulto para mi envejecido junio. Ernesto soltó la carcajada y disimuló muy bien su lástima para con mis años que se arrastran lentamente en este 2009
Y ahí voy, cargando soledades y visualizando ausencias, con un trozo de esperanza entre los labios y un deseo clavado entre las cejas.
Feliz cumpleaños para mí.
