Editorial Alaire

Hallie Hernández Alfaro escribió:Excelenteeee poema!!! Uno de los mejores que te he leido, su fuerza y acierto lo cubren todo, hasta el silencio de las camas vacias.

Enhorabuena y un sinfín de aplausos!

Besos.

Hallie

Amparo Bletisa escribió:Acepta mi contrato,
silencios a cambio de cama,
duérmete y calla.

Desolador, sí.

"Así que cállate
que necesito escribir lo mucho que me dueles,
lo poco que me excitas
y las ganas que tengo de volver a respirar lejos de ti"

Eso es, con decisión ajajajjaa.

Aubriel Camila de la Prad escribió:"Así que cállate
que necesito escribir lo mucho que me dueles."

Pegan duro estos versos. Y una se los apropia, quién no sintió alguna vez lo que vos decís con tanta exactitud?
Me encantó leerte.

Besos. Y aplausos.

José Manuel F. Febles escribió:Mientras
esperaré dormida a tu lado el polvo de mi vida,
o al hombre del año
porque para esperar al hombre de mi vida
necesito eso,
una vida"

Sí, es cierto que necesitamos toda una vida, y a veces morimos sin que la vida haya llegado
a ser una vida. Quién sabe cuánto ha de durar una vida, cuánto vale una vida, cómo es una vida, para que vale una vida, ¿para guardar silencio en la esquina de la cama? Tienes razón, compañera, a veces, sólo a veces...

Te felicito.

Abrazos cordiales.

José Manuel F. Febles

Martín Desormeaux escribió:L. Ariza: Fuera de la historia en sí, muy decidida y de una honestidad brutal, me gusta el poema por la cuota de sinceridad que carga, el hastío, siempre bienvenido por mis lares y las ganas de mirar hacia otro lado para los comienzos.

Saludos.

Martín Desormeaux.-

Maika Silva escribió:La maldita rutina que permitimos que se quede, que se ahueque y se acomode, duele demasiado cuanto más nos haemos concientes de la infertilidad de la misma. Duele más cuando entendemos la situación y así y todo consentimos a ella. Quizás es la cobardía o ese extraño miedo a quedarnos solos; quizás es la imposibilidad de lastimar al otro o la simplicidad de darse por vencidos la que acaba ganando la partida. La peor parte, sin embargo, es ser conscientes de una realidad compartida que el otro no percibe o, percibe y acepta tácitamente y sin escrito.
Lamentablemente no creo que haya alternativa ¿sabe? Es la maldición de la vida equilibrada y sin riesgos.
Como de costumbre, dama Loída, me pone a penasar en mí misma y en el diálogo inevitable con mis propios fantasmas.
Siempre he creído que es usted una de las mejores con la pluma; hace magia con palabras. sí que, si acaso esto trasciende letras hasta esa cama y las descripciones son ciertas, pensemos que -al menos- aún nos quedan las letras.
¡Qué gusto volver a leerla!
Saludos.