COMO A LAZARO
Publicado: Jue, 07 May 2009 5:53
A mi padre
como todas las horas
como todos lod días
como todos los años
Señor, si hubieras estado aquí... Juan 11.
He de venir hasta tí
He de volver sobre los grises pasos de tu voz
Olfateándote
Y he de llamarte tres veces frente a la oscura tumba
Esta vez sin Martha, sin María
Sin ángel alguno
que pueda removernos del centro
la enorme piedra de esta ausencia
Y he esperar como Él lo hizo
Temblando
Imaginando que abres los ojos
Que te levantas y preparas el café humeante
de las dos de la tarde
Que me llamas a estudiar
bajo la sombra torpe de la madrugada
Para que aprenda tu rostro de memoria
Ese sencillo y triste cuento sobre la muerte
Y he de sentir el peso del silencio
La fé pudriéndose entre las nubes y los árboles
Evaporándose en mis ojos
Y he de saber que estás muerto padre
No hace un día, no hace una semana
He de saber que estos versos llegan muy tarde
para lamer los huesos de tu nombre
Que estás muerto padre, ya para siempre muerto
Y que no hay milagro alguno
bajo el brazo de este cielo
Que no hay poema alguno
capaz de arrancarnos del pecho
El olor profundo que va dejando tras el viento
el sudario de estas palabras marchitas.
como todas las horas
como todos lod días
como todos los años
Señor, si hubieras estado aquí... Juan 11.
He de venir hasta tí
He de volver sobre los grises pasos de tu voz
Olfateándote
Y he de llamarte tres veces frente a la oscura tumba
Esta vez sin Martha, sin María
Sin ángel alguno
que pueda removernos del centro
la enorme piedra de esta ausencia
Y he esperar como Él lo hizo
Temblando
Imaginando que abres los ojos
Que te levantas y preparas el café humeante
de las dos de la tarde
Que me llamas a estudiar
bajo la sombra torpe de la madrugada
Para que aprenda tu rostro de memoria
Ese sencillo y triste cuento sobre la muerte
Y he de sentir el peso del silencio
La fé pudriéndose entre las nubes y los árboles
Evaporándose en mis ojos
Y he de saber que estás muerto padre
No hace un día, no hace una semana
He de saber que estos versos llegan muy tarde
para lamer los huesos de tu nombre
Que estás muerto padre, ya para siempre muerto
Y que no hay milagro alguno
bajo el brazo de este cielo
Que no hay poema alguno
capaz de arrancarnos del pecho
El olor profundo que va dejando tras el viento
el sudario de estas palabras marchitas.