Editorial Alaire

Hay miedo,
miedo y vergüenza en las pupilas
donde antes centelleaba el valor,
en las retinas que no parpadeaban
ante un horizonte nublado,
donde podía esconderse una niña
que temblaba como gelatina de fresa
y parecer indestructible.

Pero las miradas cambian,
no lo quería creer
y rompí todos los espejos que me apuntaban
los que iban dictando la metamorfosis,
de yunque a mierda,
aunque nunca fui yunque,
tal vez tablón
donde es sencillo hendir muescas.

Sé de la garganta,
que se pone roja por los gritos que no se dan
y es que no es tan sencillo como lo pintan
ni tan difícil como parece,
pero sentir no se compra en los mercados de especias,
quiero ultra congelarme hasta quebrarme en mil cachitos
para esparcirme en las ciudades donde me gustaría volver a nacer
o donde sería capaza de morir,
pero el miedo vuelve,
las pupilas se contraen y restan el espacio para los sueños,
el corazón se dilata a golpe de latido
y las lágrimas ajenas pesan más que las propias,
sí,
vuelve el miedo.

La metamorfosis casi siempre es dificil y dolorosa. Tú describes una situación de cambio y de insatisfacción, y es muy clara la situación. Me gustó leerte
Un abrazo
Pilar

Dios, qué ritmo!!! La última estrofa es sencillamente fenomenal!

Enhorabuena y un beso grande.

Hallie

L.Ariza,

Magnífico poema

estructura y ritmo
te felicito

Un abrazo fuerte, querida amiga

L.Ariza escribió:Hay miedo,
miedo y vergüenza en las pupilas
donde antes centelleaba el valor,
en las retinas que no parpadeaban
ante un horizonte nublado,
donde podía esconderse una niña
que temblaba como gelatina de fresa
y parecer indestructible.

Pero las miradas cambian,
no lo quería creer
y rompí todos los espejos que me apuntaban
los que iban dictando la metamorfosis,
de yunque a mierda,
aunque nunca fui yunque,
tal vez tablón
donde es sencillo hendir muescas.

Sé de la garganta,
que se pone roja por los gritos que no se dan
y es que no es tan sencillo como lo pintan
ni tan difícil como parece,
pero sentir no se compra en los mercados de especias,
quiero ultra congelarme hasta quebrarme en mil cachitos
para esparcirme en las ciudades donde me gustaría volver a nacer
o donde sería capaza de morir,
pero el miedo vuelve,
las pupilas se contraen y restan el espacio para los sueños,
el corazón se dilata a golpe de latido
y las lágrimas ajenas pesan más que las propias,
sí,
vuelve el miedo.

Hay una canción que dice que nunca debe volverse donde se fue feliz, supongo que de regresar a cualquier punto o momento de la vida, tampoco sería bueno porque uno ya no es el mismo o la misma. Desde lo que uno es hoy, hay que intentar construir, crecer duele dicen, no se... creo que me despisté, en cualquier caso, el poema me gustó, un abrazo Loida, Luna.-

Siempre vuelve el miedo amiga L`ariza, y nos transforma en tumescentes montículos de carne. Un gusto pasar pot tus letras. Saludos.