...y ese temblor al observar la eternidad
Publicado: Vie, 24 Abr 2009 2:43
¿Cómo nombrar lo que a mi corazón es imposible?
Cómo habría de bautizar la tibieza exacta del beso
su resplandor,
el azul nítido conformando la ternura.
Cómo, cómo la mano,
el ritmo de la gloria,
sus tambores y presagios,
su oleada fusiha,
el magnetismo de su roce
el tono de la locura, su claroscuro.
Cómo la piel,
el matiz transparente,
su adivinación milénica,
la ruta del agua, su compuerta invisible
el musgo de la dicha, su electricidad,
el relieve del respirar,
su azúcar.
Cómo el meridiano de la palabra,
el espejo subiendo,
su perfume, su escollo,
su barro y ciudad,
ese crepitar de cauces hondos
repitiendo su fragor.
Cómo, como habría de nombrar
el rostro de una alma y dos cuerpos,
Cómo su conversación,
su desfiladero,
el trote de su bandera,
su grito cuesta arriba,
su santuario desierto de preguntas,
el pulso y la tormenta,
muriéndose los nombres.
Cómo la pupila retorciéndose de sangre,
su viento clavado,
su viaje en millones de células encendiendo los faroles,
untando las paredes,
su descarga de amapolas,
su crisma, su retaguardia
y ese temblor al observar la eternidad.
Cómo la fragilidad y la ternura,
la flecha verde sobre los pájaros,
el cuerpo de pez brotando,
su forma virginal de tierra estirándose
como un brillo aproximado al mundo.
Cómo decirle al camino que existe,
que su piedra es líquida,
que resuena y se estremece,
cómo su aviso y su presencia hasta los bordes
su instante de lluvia fina,
el paño dulce, los polvos,
su paisaje de durazno.
Cómo a la voz y sus filtros,
su vértebra de flores,
rompiente recién nacida de un verbo,
su heroísmo descarnado,
el cántaro del vientre desnudo,
sin horarios ni recuerdos
galopando su lira en un ademán de mar.
Cómo al corazón decirle que su espiral atraviesa los huesos
gira con su aliento cualquier asfixia,
cualquier día, cualquier pregunta
y que su boca de viento es un abrazo suspendido
sin puertas ni ventanas.
Cómo a la luz,
de la magia que engendra
una intemperie de espasmos
en el pecho y en la piel
Cómo habría de bautizar la tibieza exacta del beso
su resplandor,
el azul nítido conformando la ternura.
Cómo, cómo la mano,
el ritmo de la gloria,
sus tambores y presagios,
su oleada fusiha,
el magnetismo de su roce
el tono de la locura, su claroscuro.
Cómo la piel,
el matiz transparente,
su adivinación milénica,
la ruta del agua, su compuerta invisible
el musgo de la dicha, su electricidad,
el relieve del respirar,
su azúcar.
Cómo el meridiano de la palabra,
el espejo subiendo,
su perfume, su escollo,
su barro y ciudad,
ese crepitar de cauces hondos
repitiendo su fragor.
Cómo, como habría de nombrar
el rostro de una alma y dos cuerpos,
Cómo su conversación,
su desfiladero,
el trote de su bandera,
su grito cuesta arriba,
su santuario desierto de preguntas,
el pulso y la tormenta,
muriéndose los nombres.
Cómo la pupila retorciéndose de sangre,
su viento clavado,
su viaje en millones de células encendiendo los faroles,
untando las paredes,
su descarga de amapolas,
su crisma, su retaguardia
y ese temblor al observar la eternidad.
Cómo la fragilidad y la ternura,
la flecha verde sobre los pájaros,
el cuerpo de pez brotando,
su forma virginal de tierra estirándose
como un brillo aproximado al mundo.
Cómo decirle al camino que existe,
que su piedra es líquida,
que resuena y se estremece,
cómo su aviso y su presencia hasta los bordes
su instante de lluvia fina,
el paño dulce, los polvos,
su paisaje de durazno.
Cómo a la voz y sus filtros,
su vértebra de flores,
rompiente recién nacida de un verbo,
su heroísmo descarnado,
el cántaro del vientre desnudo,
sin horarios ni recuerdos
galopando su lira en un ademán de mar.
Cómo al corazón decirle que su espiral atraviesa los huesos
gira con su aliento cualquier asfixia,
cualquier día, cualquier pregunta
y que su boca de viento es un abrazo suspendido
sin puertas ni ventanas.
Cómo a la luz,
de la magia que engendra
una intemperie de espasmos
en el pecho y en la piel