Editorial Alaire

Se ensucian los días de memorias
no basta un plumero para limpiarlos,
ni soplar todo lo fuerte que se sabe,
siquiera cerrar los ojos
contar hasta tres y volverlos a abrir,
como si en un acto de magia
todo fuese a desaparecer de repente.

Se manchan las tardes de recuerdos
y no hay espacio suficiente para ellos
se amontonan a la salida de los párpados
y sostienen al sueño
para que no vaya más allá de las pestañas,
para que las ilusiones no arañen las niñas de mis ojos,
ni de los tuyos,
quién sabe.

El reloj resta minutos
en una cuenta a favor propio,
ayer se lo leí a Batania,
“tu reloj de pulsera
barniza el nogal
de tu propio ataúd”
y ya no sé si quise morirme
o vivir con rabia para joder al tiempo,
tal vez por eso no lleve relojes,
tal vez por eso nunca mire atrás,
para no ver cómo se pierden las cosas.

Vaya, otra seguidora de Batania. No me extraña, pues es ameno y ocurrente. Desde luego el reloj es un recordatorio perpetuo de lo que nos va quedando, pero también de lo que fuimos, pues sin tiempo y memoria sólo somos instante, o sea, nada.

Un beso.

El reloj resta minutos
en una cuenta a favor propio,
ayer se lo leí a Batania,
“tu reloj de pulsera
barniza el nogal
de tu propio ataúd”
y ya no sé si quise morirme
o vivir con rabia para joder al tiempo,
tal vez por eso no lleve relojes,
tal vez por eso nunca mire atrás,
para no ver cómo se pierden las cosas.

Poderoso final, que de alguna forma, zarandea la conciencia, abofetea la temporalidad humana y su carga sensible.

Es un poema de "entraña" de implicación personal, que por otra parte, es la única manera de remover la sangre ajena.
Supongo por el título, que la cita de Batania es la que abrió paso al poema, la fuente inspiradora.
Y no me sorprende porque es terriblemente decidora, impactante y precisa como la cuenta atrás de nuestra carne.

Un placer, compañera.

Abrazos.

Luis Oroz.

L.Ariza,
La memoria, los recuerdos y el tiempo, tres coordenadas que nos fijan el punto vectorial de lo que somos. "Joder al tiempo", qué desafío tan difícil. Si no miras atrás, no te pasará como a Orfeo, aunque el recuerdo siempre vuelve a tus manos como un boomerang. ¿Es posible cerrar los ojos? Pero incluso los ciegos pueden ver. La segunda estrofa me ha gustado mucho.

Saludos, L.Ariza.

El reloj resta minutos
en una cuenta a favor propio,
ayer se lo leí a Batania,
“tu reloj de pulsera
barniza el nogal
de tu propio ataúd”
y ya no sé si quise morirme
o vivir con rabia para joder al tiempo,
tal vez por eso no lleve relojes,
tal vez por eso nunca mire atrás,
para no ver cómo se pierden las cosas.

[/QUOTE]

Sigo pensando lo mismo que tantas otras veces que te he leído: nunca defraudas.

Y esta vez, además, me ha dado mucha alegría 'verte' de nuevo.

Blanca

L.Ariza,

Mucha calidad en tus versos, un abrazo fuerte

Si lo dijio Batania ya es fiable....a todos nos entierra el tiempo sin duda, pero no es culpa de los relojes, me encanta verte otra vez por aqui, un abrazo niña Loida.

El poema es precioso, Loida.... también los versos que de alguna forma lo inspiraron.. aunque la poesía, ya sabemos, tenga mil caras y todas valgan...

Un beso,

Carmen

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Me gusta tu escribir con las entrañas.
He entrado casualmente buscando otra cosa y me he parado para ver.
Los recuerdos, a veces son un saco en la espalda, que se va llenando hasta que llega un punto que hay que dejarlo en algún sitio, porque nos impide caminar.
Me encanta el poema. Cojonudo, exceptuándo lo del reloj y el barniz de mi amigo el pesao, que quiero mucho, jajaja

Un beso, tarz.....
GATO.




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Ignacio Fajardo escribió:Vaya, otra seguidora de Batania. No me extraña, pues es ameno y ocurrente. Desde luego el reloj es un recordatorio perpetuo de lo que nos va quedando, pero también de lo que fuimos, pues sin tiempo y memoria sólo somos instante, o sea, nada.

Un beso.

Gracias por el tiempo Ignacio...dije tiempo? vaya, que ironía.

Saludos!