Editorial Alaire

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EL HOMBRE HECHO DE TULIPANES


Siempre sospeché de su mirada,
cambiante como el arco iris.
Tampoco era corriente ese perfume
matizado de Holanda y libertad.
Si preguntáis por el color de sus cabellos,
habrá quien piense gris tono cobrizo
y amarillo, o acaso azul cobalto.

De sus maneras destaco su cimbreo
a junco y espadaña, y el tacto verde
picazo en terciopelo.

Por primavera se erguía más crecido
con algo de luz en los andares y una
frescura vegetal entre los dientes.

Huyó saltando zanjas y horizontes
mientras los dueños del pudor
gritaban piedras sin modales
clamando hasta tres veces: ¡Maricón!.

En mi calle se escondieron asustados,
dos pétalos de mayo y un ramo de algodón.



...

Y ... a veces la sociedad no acepta a los hombres hechos de tulipanes y sin embargo ... acepta tantas otras cosas que en realidad son inaceptables!
Un gusto pasar por tu poema.

Besos.

Aubriel Camila de la Prad escribió:Y ... a veces la sociedad no acepta a los hombres hechos de tulipanes y sin embargo ... acepta tantas otras cosas que en realidad son inaceptables!
Un gusto pasar por tu poema.

Besos.

Gracias Aubriel por tener el detalle de leer y comentar mis versos.

Un beso con cariño.

Que bonito poema y que manera tan sutil de decir las cosas y que brusquedad la de la penúltima estrofa que causa dolor al leerla como contrapunto a la delicadeza con la que planteas las primeras estrofas.
Me ha parecido un trabajo muy elaborado y una denuncia a la que me sumo.

Un abrazo
Joan

Hay palabras que no deberíamos usar ni siquiera de broma. Por mucho que queramos quitarles la carga que tienen, jamás lo conseguiremos. Cuando alguien dice una vez, ni siquiera hasta tres veces, lo que tú dices al final del poema, lo piensa y lo siente; de nada le valdrá decir que admite esto o aquello, porque la verdad aparece en sus palabras. Lo mismo que cuando se dice otra palabra que, en ese caso, ofenden a la mujer. En este foro he leído poemas inmensos -y relatos- a mujeres que ejercen el oficio más antiguo del mundo, y he leído elogios, merecidos, pero poco tiempo después, en otros momentos, he leído la misma palabra con toda la carga de desprecio que conlleva.

Con esto quiero decir, Ignacio, que todos deberíamos examinarnos muy a fondo.

Por lo demás, es un poema estupendo que yo aplaudo.

Blanca

Hola Ignacio.
Un estupendo poema-denuncia, amigo mío. escrito con un lenguaje sutíl y sugerente, huyendo de extremismos y buscando la delicadeza hasta esa estrofa, casi al final, que es rompedora y que llega.
Debemos asumir y admitir que no todos somos iguales, y que a menudo esos "desiguales" son cien veces mejor que nosotros. Un abrazo hasta Zaragoza, compañero.
Mario.

Tristany Joan Gaspar escribió:Que bonito poema y que manera tan sutil de decir las cosas y que brusquedad la de la penúltima estrofa que causa dolor al leerla como contrapunto a la delicadeza con la que planteas las primeras estrofas.
Me ha parecido un trabajo muy elaborado y una denuncia a la que me sumo.

Un abrazo
Joan

Gracias Joan por tu generoso comentario. Aprovecho la ocasión para aclarar (teniendo en cuenta lo que he leído en algún otro comentario) que el poema no es un alegato ni a favor ni en contra de la homosexualidad, pues no trata de ello. Si os fijáis la suposición la hacen los otros, "los dueños del pudor". El protagonista del poema no es una persona concreta, sino una suma de "detalles" en general mal entendidos y simplificados por cierto tipo de personas, consideradas "bienpensantes". He utilizado la palabra "maricón" porque contiene la suficiente carga de dureza y rechazo hacia lo "diferente" y "delicado" hacia gente que tiene una actitud ante la vida regida por parámetros menos convencionales en cuanto a estética, gustos, opiniones etc... para ese colectivo mencionado antes (y del que, consultados individualmente, nadie se siente parte). Pero, insisto, no tiene nada que ver con la orientación sexual, es una mera excusa.

Otro abrazo.