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NÁPOLES

Publicado: Sab, 04 Abr 2009 15:18
por Jerónimo Muñoz
En las primeras horas de una tarde
calurosa del julio tunecino,
el frágil trasatlántico en el que navegaba
levaría sus anclas, rumbo a Nápoles.
Para evitar las prisas, fui al barco a almorzar,
y pude comprobar que el joven pelirrojo
había resuelto hacer igual que yo.
Era espigado, escuálido, enfermizo;
tenía la tez muy blanca y delicada;
su gesto, entre sumiso y agotado,
era una disoluta y muda oferta;
los ojos, entornados casi siempre,
miraban con descaro y perversión.
Habíamos coincidido muchas veces
en los pausados días del crucero
y llegó a resultarme ya molesta
la lasciva insistencia de su procaz mirada.
En el barrio mugriento del Túnez musulmán
lo sorprendí siguiéndome los pasos,
pero supe escapar entre el gentío
que atestaba las calles comerciales,
mientras él se entretuvo conversando
con un joven tendero de tapices,
moreno, musculoso y sonriente.
Cuando hube terminado de almorzar,
me escapé velozmente y fui a refugiarme
en la sala de máquinas del buque.
En la paz solitaria del metal sonoro,
me dispuse a vagar entre el inerme estrépito,
observando con calma placentera
el furioso trajín de aquellos mecanismos.
Pero, súbitamente, ¡oh infernal sobresalto!,
por la abertura de un escotillón,
apareció, radiante, el joven pelirrojo
que se me fue acercando, expeditivo,
extremando vilmente su lúbrica expresión.
Y, cuando ya a mi lado, en un rincón umbrío,
tendió hacia mí sus manos temblorosas,
no pude contenerme y, empuñando
una gran llave inglesa que encontré,
la descargué en su cráneo una y mil veces
hasta dejarlo abierto y destrozado.
Emergí a la cubierta refulgente
que el sol mediterráneo acariciaba,
y allí, tendido en una hamaca cómoda,
me fumé un cigarrillo en dulce paz.
Una noche, en la sórdida y oscura
Casbah de Argel, después de andar tras mí
por todas las callejas intrincadas,
haciéndome mohines maliciosos
cada vez que volvía atrás la vista,
lo esperé en una esquina solitaria
y le asesté catorce puñaladas,
hasta quedar seguro de haberlo asesinado.
Por lo demás, los días transcurrían
con esa lentitud tan deliciosa
que nos acerca a veces hasta el éxtasis.
En La Valetta, el caso tuvo mayor alcance:
pasaba yo errabundo por una calle insólita,
muy cercana a la antigua catedral,
cuando lo vi, saliendo de una casa,
cogido de la mano de un negro miserable.
Me abalancé hacia él con odio y furia
y los dos emprendieron loca huida,
cada cual por un lado. Yo seguí
al joven pelirrojo, corriendo enajenado,
y cerca ya del puerto, lo alcancé.
Lo empujé hasta detrás de un pabellón
y, aferradas mis manos a su cuello,
apreté con vigor insospechado,
gozando hasta el delirio con sus espasmos últimos.
Después de levar anclas en el puerto de Túnez,
tuvimos quince horas de suave navegar
y estaba amaneciendo al atracar en Nápoles.
Mi primera visita estaba decidida:
Hospital Cardarelli, pabellón de infecciosos.
Con inseguros pasos, penetré en una estancia
en la que se encontraban los enfermos de sida.
Su cabello rojizo destacaba
en la albura impoluta de la ropa de cama.
Sus ojos moribundos se posaron en mí
y alzó una mano trémula que la mía imploraba.
La tomé con calor, acaricié su rostro
pálido y demacrado, lo miré enternecido
y lo besé en la frente con el alma en los labios.
Esbozó una sonrisa y, sin soltar mi mano,
cerró sus turbios ojos.
Antes de regresar al trasatlántico,
volví a su blanco lecho y le llevé unas flores.
Mi crucero prosigue, sin escalas,
y a pesar de los años, hay momentos
en que, mirando al cielo,
acodado en la borda, lo recuerdo,
y mis lágrimas se funden con el mar.

Re: NÁPOLES

Publicado: Sab, 04 Abr 2009 17:05
por Blanca Sandino
Has llevado a límites poéticos, y en mi opinión muy bien, una historia muy emotiva, y a 'rebujo', un pensamientos que tengo con frecuencia: nadie pasa a nuestro lado y nos deja indiferentes, aunque creamos que sí. Como vasos comunicantes, unos a otros nos trasladamos esperiencias, sueños, deseos, tristezas, sonrisas, miradas. Y esa persona que pasó a nuestro lado, quizá sin saber por qué, un día nos recuerde. Nosostros recordaremos a otra u otras, de modo que creamos una especie de red neuronal, o de tela de araña, en medio de la cual vivimos.

Estoy muy sorprendida por la maestría con la que escribes, Jerónimo. Sostener el interés, el ritmo, la forma en un poema corto, es posible, conseguirlo en uno algo más largo, no es tan sencillo.

Enhorabuena.

Blanca

Publicado: Sab, 04 Abr 2009 17:32
por Hallie Hernández Alfaro
Es impresionante la fuerza poética de Nápoles. Describe, urge, atenaza, duele; reconcilia con la solidaridad humana y emprende una travesía amarga y personal que toca el "yo" enfermo y vulnerable.

He de volver a las banderas de tu poema; mientras tanto, mis aplausos emocionados y mi enhorabuena!

Hallie

Publicado: Sab, 04 Abr 2009 18:15
por Alonso de Molina
consigues mantener el interés desde el inicio hasta el final

aplaudo tu maestría Jerónimo

.

re: NÁPOLES

Publicado: Dom, 05 Abr 2009 20:09
por Mario Martínez
Hola Jerónimo

Una excelente historia convertida en brillante poema, amigo mío.
Imaginación y buen hacer en tus versos, amigo mío.
Un abrazo.
Mario.