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La Mona

Publicado: Mié, 25 Mar 2009 18:17
por Eduardo R. de la Cruz
La Mona


El relámpago cruza el cielo. El Kanh se sobresalta y atea a sus dormidos compañeros. El rojo escarlata que colorea las córneas de los muchachos, lo entera. Apenas pueden levantar los párpados, están "tronadísimos", la cabeza parece estallarle, quisiera alcanzar un clavo y abrirse las sienes, extraer esos grises demonios que le carcomen, esos recuerdos que sin ser invocados, llegan a su mente, como incómodos invitados violentos. A un costado yace su "mona" aún moribunda, la acerca a sus quebrantados labios y exhala, el esfuerzo es recóndito y desgarrador, el tibio aroma apenas llega a las papilas gustativas, las primeras lágrimas caen apresuradas de las nubes. Ahora la lluvia oscurece la calle, y los apenas techos de cartón gotean incesantes en el refugio de la horda.

Al escampar, el barrio de La Loba excreta un humor nauseabundo, un templado vaporcillo que el suelo repele. El Kanh vuelve en sí nuevamente, sus ojos son ya una charca de lodo, sus dedos asidos a un pequeño harapo aún huelen a solvente, los chicos que entrelazados comienzan a despertar, perciben la humedad del piso; el lodo que se adhiere a sus escuálidos miembros les asemeja un antiguo betún que los guerreros empleaban para ir a la guerra. El líder adivina sus intenciones, se levanta, trastabillando, luego toma su "charrasca" y señala con el índice por un orificio al que apenas se cuela la luz. Los chicos de pie se arman de ramplones metales y lo siguen. Afuera hay una farmacia que será asaltada, el dependiente será muerto a palos, por unos drogadictos que se llevarán unos cuantos pesos, algunas botellas de alcohol clínico, y solvente para pintura. En la huida alguno de los chicos volteará la vista, la sangre le parecerá extraña, como una serpiente que busca su nido, no piensa en la muerte, ni en los huérfanos, solamente piensa en correr, correr y llegar a cualquier parte, mojar su "mona" y besarla hasta sacarle el tuétano entero.

Publicado: Dom, 19 Abr 2009 19:07
por Hallie Hernández Alfaro
Tu texto se derrama en decencia y grito. Es como el juego solitario de un esgrimista que sopesa la cualidad perturbable de una realidad hecha de azufre.

Me uno a tu brazo que clama por acción y justicia. Lo haces desde la fuerza avasalladora de la palabra limpia. Gracias por ser y estar.

Un abrazo fuerte y un beso.

Hallie