SI VES QUE UNA HORMIGA LEE TU PIE…
Publicado: Lun, 16 Feb 2009 23:57
Si ves que una hormiga lee tu pie insensible hasta hallarle margaritas deshojadas
por héroes,
no te asustes.
Acto cotidiano se nos vuelve siempre invisible.
De ese material inaccesible consta la ceguera y la necia conducta humana.
Desde el umbral del alba ponemos voz de gigantes, y los pájaros inspeccionan el aire para abrir el libro de los colosales monstruos,
pero leen
solo microbios vanidosos,
y se desmayan de tanta vergüenza ajena,
mientras las hormigas siguen haciendo honor a la especie, y compran en los comercios subterráneos el sombrero que otorga distinción a primera vista,
y van creciendo, hasta usurpar casas, mansiones, ciudades;
de pronto los dioses ceden el trono a la fugacidad del sombrero minúsculo,
y el día se alarga un segundo más,
porque no cabe el último aplauso.
Yo creía que escribir era salvarse,
hasta que la primera letra me confirmó lo contrario.
Entonces decidí cambiar de profesión.
Ahora soy hormiga.
El pie de la poesía me está aplastando.
En esa agonía eterna encuentro el equilibrio de mi palabra radical.
De tanto masticar las hojas de los árboles de luz,
me ha cedido su mástil el viento,
para que pueda izar la bandera de los olvidados.
por héroes,
no te asustes.
Acto cotidiano se nos vuelve siempre invisible.
De ese material inaccesible consta la ceguera y la necia conducta humana.
Desde el umbral del alba ponemos voz de gigantes, y los pájaros inspeccionan el aire para abrir el libro de los colosales monstruos,
pero leen
solo microbios vanidosos,
y se desmayan de tanta vergüenza ajena,
mientras las hormigas siguen haciendo honor a la especie, y compran en los comercios subterráneos el sombrero que otorga distinción a primera vista,
y van creciendo, hasta usurpar casas, mansiones, ciudades;
de pronto los dioses ceden el trono a la fugacidad del sombrero minúsculo,
y el día se alarga un segundo más,
porque no cabe el último aplauso.
Yo creía que escribir era salvarse,
hasta que la primera letra me confirmó lo contrario.
Entonces decidí cambiar de profesión.
Ahora soy hormiga.
El pie de la poesía me está aplastando.
En esa agonía eterna encuentro el equilibrio de mi palabra radical.
De tanto masticar las hojas de los árboles de luz,
me ha cedido su mástil el viento,
para que pueda izar la bandera de los olvidados.