NI VOZ NI VOTO.
Publicado: Lun, 16 Feb 2009 17:44
El pobre esqueleto no tiene voz ni voto.
Uno lo maltrata, y grita, y grita, pero nadie lo lleva pasear como es debido,
para
que se alivie con algo de lluvia y pájaro.
Mojamos la piel, pero al pobre esqueleto nada.
No sabemos bañarlo, no queremos bañarlo, por miedo a que descubran nuestro andamio débil,
entonces lo guardamos, siempre lo ocultamos, hasta que la luz se enoje, hasta que las gotas se enojen,
porque algo de milagroso deben tener los huesos… ¿o no?
Mi osamenta es una paisaje en donde no falta quien opine que el cielo trazado allí, en lo profundo,
debería haber tenido menos arquitectos y más locura.
El pobre esqueleto rezuma valentía, y en los poros sentimos un fuego que nos quema,
porque no sabemos jugarlo, ni sabemos empuñarlo cual si espada fuese,
cual si un grito se tratara.
Subordinado a las costumbres de la carne,
en ciertas noches de rebeldía,
cuando duermo,
mi esqueleto sabe desarmarse, hasta salir por la ranura de mi sueño, hecho un punto ínfimo en el universo,
capaz de hacerse sentir como los elefantes.
Uno lo maltrata, y grita, y grita, pero nadie lo lleva pasear como es debido,
para
que se alivie con algo de lluvia y pájaro.
Mojamos la piel, pero al pobre esqueleto nada.
No sabemos bañarlo, no queremos bañarlo, por miedo a que descubran nuestro andamio débil,
entonces lo guardamos, siempre lo ocultamos, hasta que la luz se enoje, hasta que las gotas se enojen,
porque algo de milagroso deben tener los huesos… ¿o no?
Mi osamenta es una paisaje en donde no falta quien opine que el cielo trazado allí, en lo profundo,
debería haber tenido menos arquitectos y más locura.
El pobre esqueleto rezuma valentía, y en los poros sentimos un fuego que nos quema,
porque no sabemos jugarlo, ni sabemos empuñarlo cual si espada fuese,
cual si un grito se tratara.
Subordinado a las costumbres de la carne,
en ciertas noches de rebeldía,
cuando duermo,
mi esqueleto sabe desarmarse, hasta salir por la ranura de mi sueño, hecho un punto ínfimo en el universo,
capaz de hacerse sentir como los elefantes.