Editorial Alaire

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No la quise despertar. A fin de cuentas la pasión quedó saldada tras la incombustible noche en que agitada en el pecho, sus manos treparon mi torso y juntos nos bebimos el jugo y la vid.

Por delante un trayecto de 600 kilómetros y en seguida el olvido. La niebla no apareció hasta mitad del recorrido, la lluvia poco después.

Salí por la 288; en el café de la BP, mientras pedía un pincho arrimado a la barra, suena el móvil, eran las diez de la mañana, Eva lloriqueaba -Te fuiste sin despedirte. Sin más respiro prosigue -Te quiero. Fue motivo para no llamarla nunca más.

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Alonso de Molina,
Soy de la opinión de que todo el mundo necesita querer y que le quieran. Dar la espalda al amor cuando se presenta no puede ser saludable, claro que los fracasos amorosos nos echan encima muchas armaduras. Es un relato breve muy amargo. También es verdad que las relaciones sentimentales muchas veces son así de decepcionantes, pero hay excepciones. Por suerte.

Saludos, Alonso.

Gracias Oscar. La historia cuenta una aventura, una escaramuza con una desigual entrega entre ambos actores. (En otra ocasión le tocará sufrir al chico, te lo prometo)

un abrazo

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