Editorial Alaire

Rolando del Pozo escribió:Un gusto pasar por tu prosa. Saludos cordiales.

Esteban Granado escribió:Muy bueno, Hallie, haces magia con el lenguaje.

Un abrazo,

Esteban

MarRevuelta escribió:Me parece muy hermoso y tal vez, el hecho que haya tantas claves abiertas a la imaginación, lo hacen más brillante todavía.
Es un deleite leerte.
Un abrazo, María.

Hallie Hernández Alfaro escribió: ↑Vie, 06 Feb 2009 21:04 Fue una tarde de octubre, sin concensos o alas, con sombra y nervadura de mensaje ultravioleta. Estabas allí, frente al verso que ondulaba, sin dedicatoria, las burbujas de tu conciencia. Sabías que de alguna manera te empezaba a pertenecer un aullido sordo y letal que aguijoneaba las paredes de la razón. Para ese momento la huída era una cuerda demencia que te impedía movilizar músculos y grietas. La vida con Laura rodeaba cada islote como un escorpión quieto y mortal. Había sido la más hermosa, la auténtica reina de los pasajes ideológicos, ánfora de titanes , dulcínea en siglos de espera. La has amado mucho. Aún su vida es un fruto, que descansa en tus brazos y al que redimes una y mil veces del espasmo de la muerte. Caminas con ella, la miras sin mirarla, la cuidas con toda la decencia de los guerreros amamantados por la loba. Eso no impide que mueras de nostalgia y busques la otra silueta desde el balcón. Todas las mujeres son ella, el olor de su cabello te persigue en las horas lentas del atardecer. Es, sigue existiendo, aunque no la toques y no bajes su cremallera con dedos encendidos, ni limpies su sexo después del último gemido. Lejos, siempre está lejos, aunque la huelas por dentro cuando la noche ensombrece el portal . Alguna vez fue tu lluvia vesubiana, tu aliento inconfesable, esa matria que parecía un sueño perdido en los arsenales del tiempo. En ocasiones bendices aquella lectura primera de su cuello en Nueva York, el escenario que balanceaba su cuerpo de neblina hacia tu norte. Otras veces hay un vacio/ llanto perpetuo que aniquila la paz crucificada de un manotazo... entonces sobreviene la noción de un olvido casi sanador. Sabes bien que no existe la desmemoria para ella, que aún en tierra perdida se levanta para beber la miel de tus piernas y comprender el afán de tus secretos.


Hallie